Note: The following is the Spanish version of the earlier post of the same name.
El debate sobre la reforma de salud ha llegado a otro punto crítico con algunos senadores amenazando con un boicot por lo que consideran como demasiadas concesiones y otros aprovechando la oportunidad para tratar de descarrilar la reforma.
A pesar de todo, algunos senadores—esperamos que de ambos partidos—todavía se esfuerzan por acabar la tarea en nombre de los millones de estadounidenses que simplemente necesitan con urgencia esta reforma, y por dotar a la propuesta de ley de tanta justicia como les sea posible. Uno de tales senadores es Robert Menéndez (D-NJ) quien ha decidido abanderar la causa de la justicia para los inmigrantes—inmigrantes legales que trabajan duro, pagan impuestos y residen en los Estados Unidos con autorización del gobierno. La Enmienda Menéndez daría los estados la opción de eliminar el periodo de espera de cinco años para que los inmigrantes legales obtengan cobertura médica a través de Medicaid.
En una carta a los senadores el 14 de diciembre, los obispos les urgieron a apoyar la Enmienda Menéndez, la cual está en sintonía con uno de tres aspectos preocupantes de la reforma que los obispos han venido pidiendo al Congreso que aborde: respeto por la vida y la conciencia; accesibilidad económica; y acceso justo para los inmigrantes.
Nuestro país se aleja del principio fundamental de “justicia para todos” cuando separa a un grupo de personas y arbitrariamente les niega derechos que son suyos. Incluso aquellos que no consideran que la atención médica sea un derecho humano básico deberían estar de acuerdo en que las personas que contribuyen con sus impuestos y tienen autorización para vivir y trabajar aquí deberían poder beneficiarse en tiempos de necesidad del mismo sistema que ayudan a financiar. Si nacieron o no aquí es algo secundario.
La enmienda propuesta por Menéndez ofrece al Congreso la oportunidad de corregir un error, y de hacerlo de una manera fácil y eficiente.
Algunos estiman que hasta 600,000 personas podrían beneficiarse con esta enmienda si los estados también hacen su parte. Todos nos beneficiaremos al permitir que la comunidad inmigrante tenga acceso al cuidado médico y permanezca saludable.
Los inmigrantes contribuyen. Permitan, pues, que también se beneficien—dicen los obispos.¡Que viva Menéndez y que viva su enmienda!
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