Monday, January 11, 2010

Una fórmula ganadora: que los hospitales católicos se mantengan fieles a su identidad

(This is the Spanish version of the earlier post by Sr. Mary Ann Walsh on keeping Catholic hospitals true to their identity.)

Una amiga mía acaba de conseguir un trabajo en un hospital católico. Le encanta el trabajo y yo le escucho con deleite hablar sobre el programa de capacitación para empleados y la misión de proporcionar los mejores cuidados médicos en un ambiente católico.

Es recepcionista y los responsables del hospital saben que los valores de éste deben ser comunicados por todo el personal, desde la primera persona con la que se uno encuentra a los profesionales que tienen vidas entre sus manos.

Los valores que ponen de relieve que cada persona es sagrada, ya sea rica o pobre, esté llegando a la vida o saliendo de ella, son primordiales en los hospitales católicos y en estos momentos los obispos estadounidenses están trabajando duro para asegurarse de que estos valores todavía existan en la reforma de salud.

La red de salud católica abarca más de 600 centros; el costo de este ministerio es de aproximadamente 6.700 millones anualmente. Y sin embargo, aunque los hospitales católicos son una fuerza esencial, su singular naturaleza se podría ver amenazada si los proyectos de ley de reforma de la salud desestiman las preocupaciones de los obispos.

Los obispos de Estados Unidos no quieren una expansión del aborto y exhortan con insistencia a los legisladores para que las provisiones de la Enmienda Hyde se mantengan. La Enmienda Hyde, que se aprobó por vez primera en 1976, prohíbe el uso de fondos federales para pagar por abortos electivos o planes de de seguro médico que incluyen cobertura de los mismos. Esta es la política vigente en estos momentos para varios de los principales programas de salud federales. El principio subyacente es que la reforma de salud no debería forzar a nadie a pagar por los abortos de otros.

Los obispos también quieren protección de conciencia para individuos e instituciones. Entre otras cosas, les gustaría ver que el lenguaje de la Enmienda Weldon se incorpora a la reforma de salud.

La Enmienda Weldon, aprobada en 2004, prohíbe que los cuerpos gubernamentales discriminen en contra de hospitales y otros centros de salud que no practican, remiten a otros o pagan por abortos. Los centros de salud y sus empleados tienen derecho a proporcionar atención médica de acuerdo a un sistema de valores que respete cada vida humana. El lenguaje de la Enmienda Weldon está contemplado ahora en el proyecto de ley de la Cámara de Representantes y debe retenerse en la versión final de la legislación.

Como empleadores, los obispos no están obligados por ley federal a pagar por planes de salud que incluyen procedimientos tales como el aborto y la esterilización y ellos desean retener ese derecho. La Iglesia cree que éstos no son moralmente aceptables y que el obligarla como empleadora a pagar por ellos viola los derechos de la Iglesia. Se trata de un asunto de conciencia, de ser fieles a la propia identidad.

El cuidado caritativo forma parte de cualquier hospital católico pero estos hospitales también deben seguir buenas prácticas de empresa. Las salas de urgencias deben servir tanto a quienes tienen seguro como a los que no. Los proyectos de ley actualmente ante el Congreso, mantienen la legislación que prohíbe que los inmigrantes legales puedan tener acceso a programas de salud federales, como Medicaid, por un periodo de cinco años, aunque éstos trabajan, pagan impuestos y pronto serán ciudadanos. Tampoco permiten que las personas indocumentadas puedan comprar seguros médicos en el nuevo intercambio, forzándolas así a permanecer sin seguro y dependiendo de las salas de emergencia para su cuidado. Esto es una mala política, pues los costos de su cuidado recaerán sobre los contribuyentes. Bajo estas regulaciones, los hospitales están obligados a servir a los enfermos, lo cual es bueno, pero no pueden ser reembolsados por un seguro porque a algunos pacientes se les niega el acceso al sistema gubernamental de salud incluso cuando puedan permitirse pagar por ello.

Caridades Católicas proporciona 3.500 millones de dólares anualmente en servicios. La mayoría de este dinero va destinada a socorrer a personas a las que no les alcanza para sus necesidades. Las actuales propuestas de reforma son, cuando menos, gravosas. Una familia de cuatro que gane 29.500 dólares al mes tendría que pagar el cuatro por ciento de sus ingresos para comprar un seguro médico y tendría una protección inadecuada con deducibles y copagos altos. Esto supondría unos 2.000 dólares anualmente. Los gastos que tendrían que poner de su bolsillo para cuidados de salud podrían aproximarse al 20 por ciento de sus ingresos.

Mi amiga piensa que está teniendo una probadita de cielo al trabajar en un lugar que respeta a las personas, ya sean ricas o pobres, que apenas estén llegando a la vida o ya partiendo de ella. Se siente parte de algo importante para la Iglesia y para la sociedad. Millones de personas que han sido pacientes en hospitales católicos pueden dar testimonio de esto. Si el Congreso trabaja con los obispos para mantener este don para nuestra nación, todos ganamos.
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La Hna. Mary Ann Walsh es directora de prensa y medios de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos.

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