Por Padre Clete Kiley
La desigual salarial esta descontrolada. El Instituto de Políticas Económicas de los Estados Unidos reporta en un estudio reciente que el uno por ciento de este país es dueño del 35 por ciento de la riqueza. El 10 por ciento recibe un 45 por ciento de ingresos, mientras que el 90 por ciento comparte el otro 55 por ciento.
¿Como llegamos a ese punto?
El Papa Benedicto XVI ofreció una respuesta al decir que “prevalece una manera de pensar egoísta e individualista la cual se expresa en un capitalismo no regulado.” El Papa Francisco el 16 de Mayo ofreció otra respuesta al decir: “Los seres humanos ahora son considerados productos de consumo que pueden ser utilizados y descartados.”
“Mientras que los salaries de una minoría aumentan de gran manera, los de la mayoría se desmoronan,” dijo. “Esta falta de balance resulta de ideologías que mantienen la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera, y niegan el derecho de control a los estados, los cuales tienen el deber de proveer el bien común.”
Esta filosofía económica, transmitida de la Escuela Austríaca de Economía, está al centro de esta brecha en ingresos. En esta filosofía, a nadie le importan las diferencias salariales; después de todo, solo importa uno mismo. Implementar el capitalismo de mercados libres sin regulación significa revertir regulaciones de seguridad, eliminar trabajos, recortar horas, traer a trabajadores inmigrantes sin protecciones salariales, eliminar subsidios y montar un esfuerzo coordinado para desmantelar a los sindicatos.
No es coincidencia que durante el último año en los Estados Unidos ha visto un esfuerzo organizado por paralizar la National Labor Relations Board y siguió de cerca la demora de nominaciones al Departamento de Trabajo, La Agencia de Protección Ambiental y la Agencia sobre Fraude al Consumidor. Esas agencias junto a los sindicatos son los instrumentos que protegen a los trabajadores y se resisten a que sean tratados como mercancía. Estas son las mismas agencias que ayudan a reducir las desigualdades en los ingresos brutos. Todos estos están bajo ataque de quienes abogan por el capitalismo actual.
La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos nuevamente hace recuerdo este año de utilizar el Día del Trabajo como un día para reflexionar sobre la dignidad de los trabajadores, sobre su derecho a formar sindicatos, y sobre el reto de las desigualdades salariales.
Escuelas de negocios en universidades católicas también proveen la oportunidad perfecta para impulsar la transformación de nuestra economía y cultura en formas que reflejen el entendimiento católico del bien común y la opción preferencial para el pobre.
Pero tal vez este día del Trabajo debe ser también un llamado a la vigilancia.—vigilar que mientras nos involucramos en la Nueva Evangelización también recordamos la exhortación de Leo XIII para “Ir a los Trabajadores” — vigilantes de que escritores y líderes católicos no manipulen las enseñanzas sociales de la Iglesia para que no busquen enmudecer la crítica dura de la Iglesia — y una vigilancia a lo que el Papa francisco llama la tendencia de esta filosofía de “amansar la religión.”
Para tratar las igualdades de salarios los sindicatos son una parte esencial de la solución. Si se siguen eliminando, las desigualdades continuaran aumentando. Si uno se deja ser amansado por esta filosofía económica, y la miseria de millones crecerá.
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Padre Clete Kiley es Director sobre politicas de inmigracion, UNITE HERE International Union, y es Senior Fellow, en el Institute for Policy Research and Catholic Studies en la Catholic University of America.
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