We give thanks to God and to the Holy Father that he accepted the invitation to visit us in the midst of his many obligations as pastor of the universal Church. He is the successor of the apostle Peter, to whom Jesus told: You are Peter, and upon this rock I will build my Church and the gates of hell won’t prevail against it…Shepherd my sheep. From that moment on, Peter remains the first among the apostles, the first in charity and in communion of all. The mission of the Holy Father is to be the rock that guides us and sustains us in our journey towards Christ; in this role he exercises his charity and as a caring Father he accompanies us.
Every time Benedict XVI visits a country, it is a pastoral visit to that particular church to encourage them in their faith, confirm them in hope, and encourage them to be generous in charity. And this is the fundamental meaning of his upcoming visit to Cuba. In this case, for the Jubilee Year, he comes as Pilgrim of Charity. The theme of charity is central. God is love, God is charity, and the pope comes to confirm us in the love of the Father and to assure us that the love of God is with us always.
For us Cubans, this word has a great and beautiful meaning because it is the name of our Mother and Patroness. Our Lady of Charity, as an image, is symbol of the “cubanía” (that which pertains to all things Cuban) that unites all Cubans, believers and unbelievers alike; but charity, love, is the only virtue that can make possible that all Cubans be brothers and sisters to one another. The opposite of charity is hate; hate doesn’t build anything, division doesn’t build anything. The devil is the father of lies and disunion, but charity is what unites us, and it always comes from God. That’s why the Holy Father comes to visit.
He is also the head of a very small state, the Vatican, and that allows him to establish one-on-one relationships with other states. So, when the Holy Father visits the local church, in this case the Cuban church, it is also because the Cuban State has invited him. It is a pastoral visit, but in the eyes of the government and the people, it also is the visit of a Head of State.
However, we cannot miss that the primary meaning of the visit is pastoral. That is how we have to look at it, both the Government and ourselves as pastors as well as the members of the Church.
This is why we are preparing. Everyone can see streets are being worked on and houses painted. The archdiocesan building is also getting ready, for he will come to rest for a few hours here; we have hurried to finish the house in El Cobre, which will be for elderly priests. It is logical. When we receive a visit we try to make them comfortable and try to make sure things are beautiful. But for this visit the most important thing is the spiritual preparation.
It is not just a question of welcoming the Holy Father with unction and joy, and of participating in the Mass, but of living a profound spiritual renovation. Thank God this visit coincides with the season of Lent, a time in which we are invited to internal conversion, to a desire to change the heart; but we are also given some practical tasks: we hear about prayer, fasting and mercy, about helping others.
The Cuban church has chosen this time of Lent, Holy Week and Easter to launch a campaign in which we invite the Cuban people to solidarity, to live charity, to be compassionate… knowing that every man and woman are my brother and sister, because they are sons and daughters of God; and that I can never be indifferent in the face of the suffering of others. The visit of the Holy Father is, therefore, an added grace.
I invite you and I so that we may take advantage of this time. The readings of Ash Wednesday reminded us that this is the day that the Lord has made, a time of mercy. This is the time of the Lord, let’s make the most of it.
Unidos en torno a la Caridad y al Sucesor de Pedro
Por Mons. Dionisio García Ibáñez
Con alegría nos estamos preparando para recibir a Su Santidad Benedicto XVI, visita esperada y deseada desde hace cuatro años cuando nos comenzamos a preparar para este Año Jubilar. Desde entonces invitamos al Santo Padre para que viniera a visitar a nuestra iglesia y a nuestra Patria como peregrino, pues los cuatrocientos años del hallazgo de la imagen de la Virgen es una fecha muy significativa para todos los cubanos, para la fe de los cubanos, para nuestra historia y también para nuestra identidad nacional.
Damos gracias a Dios y al Santo Padre que ha decidido aceptar la invitación y visitarnos, en medio de sus muchas ocupaciones como pastor de la Iglesia Universal. Él es el sucesor del apóstol Pedro, a quien Jesús le dijo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del abismo no podrán vencerla… Apacienta mis ovejas. Desde ese momento quedó Pedro entre los apóstoles como el primero, el que tenía la primacía en la caridad y en la comunión entre todos. La misión del Santo Padre es ser la roca que nos guía y sostiene en nuestro ir hacia Cristo, es quien ejerce la caridad y como padre solícito nos acompaña.
Cada vez que Benedicto XVI visita un país, es una visita pastoral a esa iglesia particular para animarla en la fe, confirmarla en la esperanza y animarla a ser generosa en la caridad; y es este el sentido fundamental de su próxima visita a Cuba. En este caso, por el Año Jubilar, viene como Peregrino de la Caridad. El tema de la caridad es central. Dios es amor, Dios es caridad, y él vendrá para confirmarnos ese amor del Padre y para asegurarnos que el amor de Dios siempre está con nosotros.
Para nosotros los cubanos esta palabra tiene un sentido muy hermoso, muy grande, porque es el nombre de nuestra Madre y Patrona. La Virgen de la Caridad, como ícono, es símbolo de cubanía que une a los cubanos, a los creyentes y a los no creyentes; pero la caridad, el amor, es la única virtud que puede lograr que los cubanos verdaderamente seamos hermanos. Lo opuesto de la caridad es el odio, y el odio no construye nada, la división no construye nada. El diablo es el padre de la mentira y la desunión, pero la caridad es lo que une y siempre viene de Dios. A eso viene el Santo Padre.
Él también está al frente de ese minúsculo estado del Vaticano, lo cual le permite tener relaciones de igual a igual con otros estados. Por tanto, cualquier visita que el Santo Padre realice a otro país, no solamente lo hace porque es invitado por la iglesia local, en este caso la cubana; también la hace porque el Estado Cubano le ha invitado. Es una visita pastoral, pero ante el estado y pueblo de Cuba, es también una visita de un Jefe de Estado.
Sin embargo, no podemos perder de vista que el sentido primario, fundamental de la visita es su sentido pastoral. Así es como tenemos que verlo tanto el Estado, como nosotros mismos los pastores y miembros de la Iglesia.
Por eso nos estamos preparando. Todos han visto que están arreglando las calles y pintando las casas; el Arzobispado se está preparando pues él vendrá a descansar unas horas aquí; la casa de El Cobre que será para los sacerdotes ancianos, hemos corrido para adelantarla y poder tenerla terminada. Y esto es lógico, pues cuando recibimos una visita tratamos de darle las mínimas comodidades, tratamos de que todo sea hermoso. Pero para esta visita lo más importante es la preparación espiritual.
No se trata sólo de recibir al Santo Padre con unción y alegría, participar en la misa, sino también de vivir una profunda renovación espiritual. Gracias a Dios coincide esta visita con el tiempo de Cuaresma, tiempo en el que se nos invita a la conversión interior, se nos llama a querer cambiar el corazón; pero además se nos dan tareas prácticas: se nos habla de oración, de ayuno y de misericordia, de ayudar al hermano.
La Iglesia cubana ha escogido este tiempo de Cuaresma, Semana Santa y Pascua, para lanzar una campaña en que invitamos a todo el pueblo cubano a ser solidario con los demás, a vivir la caridad, a ser compasivos… sabiendo que todo hombre es mi hermano, porque es hijo de Dios, y que no puedo pasar nunca indiferente ante el sufrimiento del otro. Por tanto es una gracia añadida la visita del Santo Padre.
Les invito, para que ustedes y yo, sepamos aprovechar este tiempo. Las lecturas del miércoles de ceniza nos recordaron que este es el día del Señor, este es el tiempo de la misericordia. Este es el tiempo del Señor, vamos a aprovecharlo.
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Mons. García Ibáñez es Arzobispo de Santiago de Cuba y presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba
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