Friday, November 30, 2012

Five Things to Remember on Nov. 30



 
1.  Sunday, the first Sunday of Advent, begins a new church year. The U.S. Conference of CatholicBishops has outdone itself with this year’s Advent resources. Among them is a downloadable family Advent calendar, in English and in Spanish. There are easy ways to make the hectic season holy.
 
2. Pope Benedict’s latest book “The Infancy Narratives—Jesus of Nazareth” is getting some negative press. Pundits like Stephen Colbert, the master of the tongue-in-cheek, are making the pope out to be a grinch for writing that the bible’s Christmas story doesn’t speak of animals at the crib and that the angels said, not sang, “Glory to God in the highest…” Reuters’ Journalist PhilPullella, however, clarifies what’s really in the book in his wire servicearticle. Hint: you can still sing carols and place replicas of dogs, camels, cows and sheep in your manger scene.
 
3. The National Religious Retirement Collection will be taken up in parishes the weekend of Dec. 8-9. If you want to know why it is important, consider the following: The U.S. Social Security system projects that it needs four wage earners for every retired beneficiary in order to keep the system solvent.  By 2022 religious institutes will have one wage earner for every four retired – the exact inverse. If you want a worthy collection, this one is it. Check out www.retiredreligious.org
 
4. When it comes to giving gifts, it is time to recognize the church’s largesse through the Catholic school system. Based on public school per pupil cost, Catholic elementary and secondary schools save the nation more than $20 billion dollars a year. Lots of info at www.ncea.org
 
5.      God loves you.

 

Thursday, November 29, 2012

Los Cincuenta Años Del Concilio: Una empresa común de la Iglesia y el Estado



Bienvenidos a una de las series de los blogs sobre el Concilio Vaticano II. Cada nota examina uno de los 16 documentos producidos por los Padres del Concilio durante esa ocasión extraordinaria en la historia de la Iglesia. El Vaticano II, que unificó a los obispos del mundo, se fundó hace cincuenta años, el 11 de Octubre de 1962, en la Basílica de San Pedro.

(Photo courtesy of Catholic News Service





Por el Obispo Joseph McFadden


El Concilio Vaticano Segundo se dirigió a todo el mundo, y el documento Gravissimum Educationis (sobre la Importancia de la Educación) de los Santos Padres del Concilio, así lo aclaró en su “Declaración sobre la Educación Cristiana”. Publicada el 28 de octubre de 1965, la concisa declaración fue emitida durante la cuarta y última sesión del Vaticano II. Trataba el tema de la educación en general, pero se enfocaba primordialmente en la educación cristiana. Tres de sus puntos mantienen hoy una importancia crucial.


1) El propósito de la educación cristiana es ayudar a las personas a alcanzar la salvación.

Los Santos Padres del Concilio apuntaron que “el propósito de la verdadera educación es la formación de la persona humana en orden a su fin último y al bien de las sociedades, de las que el hombre es miembro y de cuyas responsabilidades deberá tomar parte una vez llegado a la madurez”. (GE, 1) Los Padres del Concilio comentaron que vivir una buena vida cristiana acrecienta la armonía, las virtudes naturales democráticas y el bien común, pero aún mucho más importante que esto, aumenta la gracia que es el camino para vivir una vida santa. Hoy en día en que la tecnología y los medios de comunicación bombardean nuestros sentidos con imágenes positivas y negativas, con sonidos y palabras, es crítica y necesaria una sólida educación cristiana que enseñe a tomar decisiones inteligentes en un mundo pluralista.

2) Los padres son los primeros educadores de sus hijos, y tienen el deber y el derecho

fundamental a escoger una educación que vaya de acuerdo a sus creencias. La declaración reconoce el papel fundamental que tienen los padres, y por lo tanto la familia, en la sociedad. Los Santos Padres expresaron que “La familia es, por tanto, la primera escuela de las virtudes sociales, de la que todas las sociedades necesitan”. (GE, 3) Por la familia los niños se encuentran con Dios, con el hermano y con la comunidad. Por la familia los niños aprenden los elementos de la justicia social; comparten con los menos afortunados, y experimentan como dar de sí mismos. “Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, están gravemente obligados a la educación de la prole y, por tanto, ellos son los primeros y principales educadores”. (GE, 3)


Los Santos Padres del Concilio señalaron que “entre todos los medios de educación, el de mayor importancia es la escuela”, que está diseñada […] “a cultivar con asiduo cuidado las facultades intelectuales, desarrolla la capacidad del recto juicio, introduce en el patrimonio de la cultura conquistado por las generaciones pasadas, promueve el sentido de los valores, prepara a la vida profesional…”. (GE, 5) Como resultado, los padres deben tener la opción de ofrecer a sus hijos una educación que reafirme los valores positivos de la vida familiar y de sus creencias.

3) Por el principio de la subsidiariedad, la Iglesia y el Estado deberían apoyar a los padres en su labor como primeros educadores de sus hijos. Es tremendamente importante que los padres encuentren el apoyo de la sociedad civil y de la comunidad eclesial para poder cumplir con este derecho y deber tan fundamental. La Iglesia tiene la obligación de establecer escuelas que ofrezcan educación cristiana por medio de las cuales el cuerpo, la mente y el espíritu del niño se desarrollen en el entorno del Evangelio. Una preocupación que va en aumento es el apoyo financiero a la educación católica, y es importante para toda la Iglesia apoyar su misión de educar a los jóvenes. Los Santos Padres del Concilio también señalaron que la sociedad civil tiene la obligación de proveer a los niños de una buena educación y así promover el bienestar de sus ciudadanos. Estas dos obligaciones, la de la Iglesia y la del Estado, no tienen por qué estar en conflicto entre sí. La aceptación respetuosa de ambas partes crea un entorno en el cual puede florecer la educación de muchos. Tanto la Iglesia como la sociedad civil deben trabajar unidos para ofrecer opciones educacionales a la juventud, y las opciones deben incluir escuelas cristianas. 

Hace cincuenta años la Iglesia comenzó un diálogo sobre cuál debería ser el papel adecuado de la educación. Los tiempos han cambiado, pero no ha cambiado la necesidad para un diálogo.


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El Obispo Joseph McFadden de Harrisburg, Pennsylvania es Director del Comité sobre Educación de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos.

The Council at 50: Education: Joint Venture of Church, State



Welcome to one of the series of blogs on the Second Vatican Council. Each piece reviews one of the 16 documents produced by the Council Fathers during the extraordinary occasion in Church history. Vatican II, which drew together the world’s bishops, opened fifty years ago in St. Peter’s Basilica, October 11, 1962.

 
(Photo courtesy of Catholic News Service)
 

The Second Vatican Council spoke to the entire world and the Council Father’s document Gravissimum Educationis (The Importance of Education), made that clear in the “Declaration on Christian Education.” Published October 28, 1965, the brief declaration came during the fourth and final session of Vatican II. It addressed education in general but focused primarily on Christian education.  Three of its themes hold critical importance today.

1) Christian education is to help a person get to heaven. The Council Fathers wrote that “true education aims at the formation of the human person in the pursuit of his ultimate end and of the good of the societies of which, as man, he is a member, and in whose obligations, as an adult, he will share.”  (GE, 1) Living a good Christian life, the Fathers noted, enhances order, natural democratic virtues, and the common good but, more importantly, by grace, it is a path to live a holy life.  Today when technology and media bombard the senses with positive and negative images, sounds and words, the need for sound Christian education that teaches intelligent discernment in a pluralistic world is critical. 

2) Parents are the first educators of their children and have the duty and fundamental right to choose an education in keeping with their beliefs. The declaration recognizes the fundamental role of parents and thus of the family in our society. “The family is the first school of social virtues that every society needs” (GE, 3), the Fathers said. Children meet God, neighbor, and community through the family. Through the family they learn the elements of social justice, sharing with the less fortunate and experiencing how to give of themselves.   “Since parents have given children their life, they are bound by the most serious obligation to educate their offspring and therefore must be recognized as the primary and principal educators.”  (GE, 3)

The Fathers pointed out that “among all educational instruments the school has special importance.  It is designed not only to develop with special care the intellectual faculties but also to form the ability to judge rightly, to hand on the cultural legacy of previous generations, to foster a sense of values, to prepare for professional life.” (GE, 5) As a result parents must have the option of providing an education that supports the positive values of family life and their beliefs. 

3) Through the principle of subsidiarity, the Church and state should support parents in their exercise as primary educators of their children.  It is critically important that parents find support from civil society and the Church community to fulfill this fundamental right and duty. The Church has the obligation to establish schools that provide for a Christian education by which the whole child – body, mind and soul – develops in a Gospel environment.  Financial support for Catholic education is an increasing concern; and it is important for the entire Church to support its educational mission to the young. The Fathers also pointed out that civil society has an obligation to provide a proper education for all children to promote the welfare of its citizens.  These two obligations, of the Church and state, do not need to be in conflict. A respectful recognition on the part of both creates a setting in which education for many can flourish.  Both the Church and civil society must work together to provide educational options for the young and the options should include Christian schools. 

Fifty years ago the Church began a dialogue about the proper role of education. Times have changed but the need for the dialogue has not.

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Bishop Joseph McFadden of Harrisburg, Pennsylvania chairs the U.S. bishops’ Committee on Education.

Five Things to Remember on Nov. 29



 1. If you want to know the power of encouragement, consider this: When it comes to people thinking about becoming a priest, sister or brother, researchers found that having only one person encourage them to consider a religious vocation doubles the likelihood of them actually doing so. That’s for both men and women. Furthermore, the effect is additive. If three persons offered encouragement, respondents were more than five times more likely to consider a religious vocation.
 
2.  Here’s to more respect for the parish bulletin, highlighted in the research study Catholic New Media Use in the United States, 2012.  By far the most widely used Catholic news and information source is the parish bulletin. Forty-one percent of adult Catholics reports regular use of this (print or online). This is equivalent to 23.9 million individuals. Seventeen percent report regular use of their diocesan newspaper or magazine. This is equivalent to 9.9 million individuals.  Significantly more Catholics use one or both of these sources than anything related to the Catholic Church that is exclusively available online.
 
3.  It’s a sad piece of research that says 45 percent of society would rather skip Christmas because of the hassle. The poll looks at financial pressures. Could these be lessened if people set and held firm to their own budgets. Hassle might be alleviated too by pausing to ponder what we’re celebrating: the birth of Jesus in a stable and the promise that he will reign in our hearts as the Prince of Peace.
 
4. Clever homilists help parishioners recall the themes of the four Sundays of Advent with these brief reminders: Wake Up, Wise Up, Cheer Up, and Hurry Up. The U.S. bishops’ website offers spiritual aids for Advent.
 
5. God loves you.

 

Wednesday, November 28, 2012

Five Things to Remember on Nov. 28


1.      The decision by the Supreme Court Nov. 26 to direct the Fourth Circuit to hear Liberty University’s appeal from the dismissal of its lawsuit is the right one. There is a serious impact on religious freedom when the government can coerce a religious organization to provide sterilization and contraception, including abortion-inducing contraceptives, when these directly violate the beliefs of the religious group. The courts must consider how this impacts freedom of religion and whether it violates the Religious Freedom Restoration Act.

 
2.      Christmas time might find some parish seminarians helping in their home parish. There are 5,015 seminarians enrolled in the United States, 3,346 enrolled in diocesan seminaries and 1,669 enrolled in religious-order seminaries.

 
3.      The coming of Advent December 2 is a time to note that there is more that unites us than divides us. For example, despite real differences in our understanding of God, Muslims have always shown great respect for Jesus and his Mother.

 
4.      Today begins the second year of the New Roman Missal. What an amazing educational campaign that reached more than 18,000 parishes across the country in a short period of time.

Listen to Monsignor Richard Hilgartner, executive director of the USSCB's office of divine worship, talk about the first year Missal translation:




 
5.      God loves you.

 

Tuesday, November 27, 2012

Los Cincuenta Años Del Concilio: Iglesias Orientales y Latinas: Iguales en Dignidad



Bienvenidos a una de las series de los blogs sobre el Concilio Vaticano II. Cada nota examina uno de los 16 documentos producidos por los Padres del Concilio durante esa ocasión extraordinaria en la historia de la Iglesia. El Vaticano II, que unificó a los obispos del mundo, se fundó hace cincuenta años, el 11 de Octubre de 1962, en la Basílica de San Pedro.

(Photo courtesy of Catholic News Service)
 
 
Por el Arzobispo William C. Skurla

 
Un tema del Concilio Vaticano Segundo fue el estatus de las Iglesias orientales católicas.  Estos son grupos de cristianos orientales relativamente pequeños quienes han llegado, casi todos, a una comunión total con la Iglesia católica en los últimos siglos.  Casi todos formaban parte de la Iglesia ortodoxa que había permanecido alejada de la Iglesia católica.  Las Iglesias orientales católicas más grandes hoy son la Iglesia Greco-Católica Ucraniana (con 4.3 millones de miembros); la Iglesia Católica Siro-Malabar de la India (con cuatro millones), la Iglesia Católica Maronita del Líbano (con 3.3 millones), y la Iglesia Greco-Católica Melquita del Medio Oriente (con 1.6 millones). 

Durante mucho tiempo no estuvo claro cuál era el estatus de estas iglesias.  Muchos equiparaban a la iglesia Católica con la gran tradición Latina que se había desarrollado en Europa Occidental, y centrada en Roma.  Estas Iglesias orientales seguían tradiciones que a veces diferían de manera significativa con las tradiciones latinas.  Entonces surgió la pregunta de si los orientales católicos tenían una situación equiparable a los latinos católicos.  Muchos católicos pensaron que no.  Es más, en 1742 el Papa Benedicto XIV había emitido una Encíclica en la que se refería a la “superioridad” y la “preminencia” del rito latino, y a su vez animaba a los orientales católicos a que permanecieran fieles a sus tradiciones.

Durante el Vaticano II, los Padres del Concilio estudiaron esta situación y como resultado presentaron el Decreto Orientalium Ecclesiarum (Sobre las Iglesias Orientales)  y que fue aprobado el 21 de noviembre de 1964.  El decreto define las enseñanzas más significativas, y  guía las relaciones entre las Iglesias.

Primero, el decreto enseña con firmeza que en la iglesia Católica las diferentes tradiciones orientales y occidentales tienen “igual dignidad”, y que “ninguna de ellas es superior a las demás”.  Por lo tanto no existe conexión entre el número de personas que siguen una tradición en particular, y el valor de dicha tradición.  Todas estas las tradiciones, dice el Concilio, son parte de la herencia de la Iglesia universal.

El documento también se enfoca en el papel de los Patriarcas que dirigen seis de las Iglesias orientales católicas, y hace un llamamiento para el restablecimiento de derechos y privilegios que estas iglesias poseían en el primer milenio.  Esto significa que los Patriarcas tendrían mayor autonomía y que por ejemplo, ellos y sus Santos Sínodos podrían  establecer nuevas diócesis y nombrar sus propios obispos dentro de sus territorios.  Esto es ya la práctica común dentro de estas iglesias.

El decreto considera temas de tipo sacramental.  Contrario a la práctica latina en la que los obispos son los que confieren la Confirmación, ahora los sacerdotes de la Iglesia católica oriental podrían conferir este sacramento  de acuerdo con las tradiciones antiguas.  El documento también restaura el diaconado permanente en la Iglesias orientales católicas, y declara que cuando un católico contrae matrimonio con un cristiano ortodoxo en una ceremonia ortodoxa, ese matrimonio es válido, pero se debe antes obtener permiso del obispo católico, aunque solo por legalidad. 

El texto anima a los orientales católicos a participar en el diálogo con las Iglesias ortodoxas locales para llegar a un acuerdo en común sobre una fecha para la celebrar la Pascua, aunque esta difiera de la fecha en la que los católicos la celebran.  Por ejemplo, los católicos en Grecia celebran ahora la Pascua guiándose por el calendario ortodoxo. 

En general, el documento exhorta a los orientales católicos a entablar relaciones con sus homólogos ortodoxos con un espíritu ecuménico de apertura y respeto.  Esto reitera la enseñanza católica de que las Iglesias ortodoxas tienen sacramentos válidos, y que en muchas circunstancias es posible compartir los sacramentos con ellos.

Orientalium Ecclesiarum aclaró el lugar que los orientales católicos ocupan dentro de la Iglesia católica.  Esto ha tenido muchas implicaciones para las Iglesias orientales católicas que hoy son más fieles testigos que antes a sus antiguas tradiciones orientales. Aún quedan asuntos en los que hay que trabajar, como por ejemplo la posición del clero casado en estas iglesias, pero las enseñanzas y la ley canónica de la Iglesia católica proclaman el valor y la autenticidad de sus tradiciones.

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Arzobispo William C. Skurla está a cargo de la Archieparquía de Pittsburgh y es director de la Iglesia Católica Bizantina (Rutenia-Europa del Este).Metropolitana de Pittsburgh.

The Council at 50: Eastern, Latin Churches Equal in Dignity



Welcome to one of the series of blogs on the Second Vatican Council. Each piece reviews one of the 16 documents produced by the Council Fathers during the extraordinary occasion in Church history. Vatican II, which drew together the world’s bishops, opened fifty years ago in St. Peter’s Basilica, October 11, 1962.




(Photo courtesy of Catholic News Service)


One topic at the Second Vatican Council was the status of the Eastern Catholic Churches. These are relatively small groups of Eastern Christians who, mostly in recent centuries, have come into full communion with the Catholic Church. Almost all were part of an Orthodox church once estranged from the Catholic Church. The largest Eastern Catholic Churches today are the Ukrainian Greek Catholic Church (4.3 million members), the Syro-Malabar Catholic Church in India (four million), the Maronite Catholic Church in Lebanon (3.3 million), and the Melkite Greek Catholic Church in the Middle East (1.6 million). 

The status of these churches was unclear for a long time. Many equated the Catholic Church with the great Latin tradition that grew up in Western Europe, centered on Rome. These Easterners followed traditions that sometimes differed in significant ways from the Latin one. The question arose whether Eastern Catholics are on an equal footing with the Latin Catholics. Many Catholics thought that they were not. In fact, in 1742 Pope Benedict XIV had written an encyclical that referred to the “superiority” and “pre-eminence” of the Latin rite even while encouraging Eastern Catholics to remain faithful to their venerable traditions. 

The Council Fathers at Vatican II addressed this situation and the result was the Decree Orientalium Ecclesiarum (Of Eastern Churches),which was approved on November 21, 1964. The decree defines the most significant teachings and guides the relationships of the Churches.

First, the decree firmly teaches that in the Catholic Church all the various traditions of East and West are “of equal dignity,” and that “none of them is superior to the others.” Thus there is no connection between the number of people who adhere to a particular tradition and that tradition’s worth or value. All of these traditions, the council says, are part of the heritage of the universal Church. 

The document also focuses on the role of the Patriarchs that head six of the Eastern Catholic Churches, and calls for a reestablishment of the rights and privileges they held in the first millennium. This means that the Patriarchs would now have a higher level of autonomy, and that, for example, they along with their Holy Synods could now establish new dioceses and nominate their own bishops within their own territory. This is now the standard practice within those churches.

The decree treats sacramental questions. Unlike the Latin practice of restricting the conferral of Confirmation to bishops, Eastern Catholic priests could now normally confer this sacrament, in accordance with the ancient traditions. The document also calls for the restoration of the permanent diaconate in the Eastern Catholic Churches, and states that when a Catholic marries an Orthodox Christian in an Orthodox ceremony the marriage is valid, but permission from the Catholic bishop is necessary only for lawfulness. 

The text encourages the Eastern Catholics to engage in dialogue with the local Orthodox Churches to agree on a common date for the celebration of Easter, even if it will differ from the date Catholics use. Catholics in Greece, for instance, now celebrate Easter on the Orthodox calendar. 

In general, the document urges Eastern Catholics to engage their Orthodox counterparts in a spirit of ecumenical openness and respect. It reasserts Catholic teaching that the Orthodox churches have valid sacraments, and that sacramental sharing with them is possible in many circumstances. 

Orientalium Ecclesiarum clarified the place that Eastern Catholics have within the Catholic Church. It has had many implications for the lives of the Eastern Catholic Churches, which today are more faithful witnesses to the ancient Eastern traditions than they were before. There are still issues to be worked out, such as the place of married clergy in these churches, but the teaching and canon law of the Catholic Church affirms the value and authenticity of their traditions.

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Archbishop William C. Skurla heads the Archeparchy of Pittsburgh and head of the Byzantine Catholic (Ruthenian) Metropolitan Church in Pittsburgh.

Wednesday, November 21, 2012

Los Cincuenta Años Del Concilio: La Formación de los Seminaristas después del Vaticano II


Bienvenidos a una de las series de los blogs sobre el Concilio Vaticano II. Cada nota examina uno de los 16 documentos producidos por los Padres del Concilio durante esa ocasión extraordinaria en la historia de la Iglesia. El Vaticano II, que unificó a los obispos del mundo, se fundó hace cincuenta años, el 11 de Octubre de 1962, en la Basílica de San Pedro.

(Photo courtesy of Catholic News Service)


Por el Arzobispo Paul S. Coakley

           
Los obispos votaron a favor de los cambios a los que el Concilio Vaticano Segundo los exhortaba, pero sería el clero el que tendría la responsabilidad de su implementación en las comunidades parroquiales.  Por ello, el  Decreto sobre la Formación Sacerdotal”,  Optatam Totius (Anhelada Renovación de toda la Iglesia), aunque uno de los documentos más cortos del Vaticano II es, sin embargo, muy significativo.

Era vital la renovación del sistema educacional del seminario sacerdotal ya que la Iglesia necesitaba sacerdotes preparados para guiar a los fieles en una mayor participación en la misión de la Iglesia.  El decreto establecía los principios básicos para la formación sacerdotal,  y que desde entonces han servido de guía  en la formación de sacerdotes.  El histórico documento de 1992, Os Daré Pastores, del Papa Juan Pablo II sobre la formación sacerdotal, ampliaba las bases del decreto y enfatizaba la necesidad de una formación humana necesaria en la educación sacerdotal de hoy.

El decreto apelaba a las conferencias de obispos a establecer normas en los seminarios locales de manera que los sacerdotes pudieran llenar los requisitos pastorales donde ejercían su ministerio.  El Santo Padre y sus asistentes en Roma ofrecieron unas normas generales de las cuales todas las conferencias locales de obispos podrían establecer sus propias reglas.  En los Estados Unidos, la Conferencia de Obispos Católicos emitió en 1971 el primer Programa de Formación Sacerdotal.  Desde entonces este programa ha sido modificado cuatro veces y la Conferencia de Obispos Católicos continua revisando y modificando sus normas para asegurarles a los sacerdotes la mejor formación.

El Concilio hizo énfasis en la formación espiritual en los seminarios para que los seminaristas pudieran, según decía el decreto “aprender a vivir en una íntima y constante unión con Dios el Padre, por su Hijo Jesucristo, en el Espíritu Santo”.  Esto requiere una fiel meditación de la Palabra de Dios, la asistencia a Misa con regularidad, la confesión, la Liturgia de las Horas, y las devociones a la Santísima Virgen.  A los seminaristas se les debe enseñar a buscar a Cristo “en el Obispo que los envía, y en los hombres a los que son enviados, especialmente en los pobres, los niños y los enfermos; los pecadores y los incrédulos”.

 El Concilio destacó la preponderancia de las Sagradas Escrituras en la formación intelectual.  La relación entre las Escrituras y las doctrinas de la Iglesia, un tema ya tratado en la  Constitución Dogmática sobre la Revelación Divina,  queda aquí plasmada. “Fórmense con diligencia especial los alumnos en el estudio de la Sagrada Escritura, que debe ser como el alma de toda la teología”, decía el decreto.

Al hacer un énfasis en la formación pastoral, el Concilio dejaba ver su preocupación de realizar un contacto efectivo con el mundo.  Esta formación demanda una voluntad de escucha y la capacidad para abrir los corazones a las necesidades de los demás en espíritu de caridad.  El decreto apuntaba que los seminaristas deberían aprender el arte de hacer apostolado, no solo en teoría sino en la práctica, llevando a cabo obras pastorales como parte de sus estudios.  Debido al rápido crecimiento en la diversidad cultural de la Iglesia de los Estados Unidos en las décadas recientes, las normas actuales del Programa de Formación Sacerdotal  alientan con firmeza a los seminaristas a que desarrollen competencias lingüísticas e interculturales para poder ser ministros pastorales más efectivos.

Finalmente, lo que está implícito en el decreto pero que el Papa Juan Pablo II dejó explícito en Os Daré Pastores, es la necesidad de una formación humana.  El Beato Juan Pablo declaró que los sacerdotes del futuro debían cultivar una serie de cualidades humanas, tanto por su propio bien, como en vista a su ministerio sacerdotal.  Estas cualidades los capacitan para mantener un balance capaz de llevar el peso de su responsabilidad pastoral, y conservar la requerida madurez afectiva para vivir y valorar su celibato.  La capacidad del seminarista a relacionarse con los demás como “hombre de comunión” es esencial para el sacerdocio de nuestro tiempo.
 
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El Arzobispo Paul S. Coakley de Oklahoma City es Asesor del Comité para el Clero, la Vida Consagrada y las Vocaciones de la Conferencia de Obispos de los Estados Unidos.

           

 




The Council at 50: Training Seminarians for Post-Vatican II


Welcome to one of the series of blogs on the Second Vatican Council. Each piece reviews one of the 16 documents produced by the Council Fathers during the extraordinary occasion in Church history. Vatican II, which drew together the world’s bishops, opened fifty years ago in St. Peter’s Basilica, October 11, 1962.

(Photo courtesy of Catholic News Service)



Bishops voted for the changes urged by the Second Vatican Council, but it would be the clergy who would have to bear responsibility for their implementation in the parish communities. Thus, the Council’s “Decree on the Training of Priests,” Optatam Totius (Desired of the Whole), though one of the shorter documents of Vatican II, is arguably most significant.

Renewal of the seminary system proved vital, for the church needed priests prepared to guide greater participation of the laity in the Church’s mission. The decree laid down the basic principles for priestly formation which have guided the formation of priests since then. The watershed document of Pope John Paul II in 1992 on priestly formation, I will give you Shepherds, expanded on the decree and stressed the human formation necessary for priestly formation today. 

The decree called for bishops’ conferences to establish local seminary norms so priests could meet the pastoral requirements where they minister. The Pope and his assistants in Rome provided general regulations from which all local conferences of bishops established the local rules. In the United States, the Conference of Bishops promulgated the first Program of Priestly Formation in 1971. It has been revised four times since then and the Bishops’ Conference continues to review and revise the norms to insure top formation for priests.

The Council emphasized spiritual formation in seminary training so that seminarians would “learn to live in intimate and unceasing union with God the Father through his Son Jesus Christ, in the Holy Spirit,” the decree said. This requires faithful meditation on the Word of God and regular participation in the Mass, confession, the Liturgy of the Hours and devotions to the Blessed Virgin. Seminarians are to be taught to seek Christ “in the bishop by whom they are sent and in the people to whom they are sent, especially the poor, little children, the weak, sinners and unbelievers.”

The Council emphasized the primacy of Scripture in intellectual formation. The relationship between the Scriptures and the doctrines of the Church, a theme treated in the Council’s Dogmatic Constitution on Divine Revelation, finds expression here. “Students should receive a most careful training in holy Scripture, which should be the soul, as it were, of all theology,” the decree noted.

An emphasis on pastoral training reflected the Council’s overall concern for effective engagement with the world. Such training demands a willingness to listen to others and the capacity to open their hearts in a spirit of charity to the needs of other people. The decree noted that seminarians must learn the art of the exercising the apostolate not only in theory but in practice, with pastoral work as part of their studies. Given the rapid growth in the cultural diversity of the Church in the United States in recent decades, the current norms of the Program for Priestly Formation strongly encourage seminarians to develop language skills and intercultural competency to be more effective pastoral ministers.

Finally, what is implicit in the decree but made explicit in Pope John Paul II’s I Will Give You Shepherds, is the need for human formation. Blessed John Paul stated that future priests are to cultivate a series of human qualities, both for their own good, and also with a view to the priestly ministry. These qualities enable them to be balanced, capable of bearing the weight of pastoral responsibility and to have the requisite affective maturity to live and cherish the gift of celibacy. The seminarian’s capacity to relate to others as a “man of communion” is essential for the priesthood in our day.

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Archbishop Paul S. Coakley of Oklahoma City is a consultant to the U.S. bishops’Committee on Clergy, Consecrated Life and Vocations.

Five Things to Remember on Nov. 21


1.      On Thanksgiving, when we think of pilgrims to America, we might recall that 30 percent of new priests ordained in the United States are foreign-born.  Many gifts to the United States come from beyond our borders.

 
2.      There are more than 40 lawsuits against the federal mandate forcing private health plans to cover contraception, sterilization and abortion-inducing drugs. Federal judges have issued initial rulings in four cases brought by people of faith who run a business – and in three out of four, the company has won a preliminary injunction against the mandate. This speaks well for a few judges’ understanding of freedom of conscience, which lies at the heart of Freedom of Religion.

 
3.      Generous Catholics help U.S. dioceses meet basic needs. The U.S. bishops announced Nov. 19 that thanks to the Catholic Home Missions appeal they awarded $8.4 million in grants to 84 mission dioceses in the U.S. The Fairbanks, Alaska diocese, where many villages see a priest only once a month, got $135,000 for training deacons and Eucharistic ministers. The Cheyenne, Wyoming diocese, that has 45 priests to serve 53,000 Catholics spread over 98,000 miles, got $75,000 to help educate 11 seminarians. The El Paso, Texas diocese, where the ratio of priests to Catholics is 1:6,800, got $105,000 for youth and evangelization programs. http://www.usccb.org/news/2012/12-203.cfm

 
4.      Nov. 22 is the feast of St. Cecilia, patroness of musicians. “Singing belongs to one who loves,” said St. Augustine of Hippo. The General Instruction of the Roman Missal (para 39) speaks of the importance of singing as a part of worship and notes an ancient proverb: “One who sings well prays twice.”

 
5.      God loves you.

Tuesday, November 20, 2012

Five Things to Remember on Nov. 20



 
1.      At  Thanksgiving we might remember that the pilgrims were immigrants. Currently there are 11 million undocumented persons in our nation. The Administration and Congresshave a historic opportunity to provide them a path to citizenship next year.

 
2.      Post-election, religious freedom remains a major concern. Dozens of lawsuits related to the Health and Human Services (HHS) mandate in the health care reform law are under consideration right now. HHS demands that most religious organizations provide female sterilization and contraceptives, including those that cause abortions, for employees and dependents covered by their health insurance. The government will exempt church organizations that hire and serve only their co-religionists, but those who help just anyone in need, regardless of religion, are not religious enough for HHS. When did the U.S. Constitution givethe government the right to define what is and is not a legitimate churchministry?

 
3.      When you embark on holiday travel, drive carefully. Pray to St. Christopher, traditionally known as the patron of safe travel, but remember that when you start to speed on the highway, St. Christopher gets out and walks.

 
4.      Get ready for Advent, which begins December 2. Find four candles, three purple and one pink (third week of Advent), to place in a green wreath on the table on the First Sunday of Advent. The display can remind Christians that they are among millions preparing to celebrate the coming of Christ at Christmas.

 
5.      God loves you.

 

Monday, November 19, 2012

Five things Catholics should know November 19, 2012


 

1.    By 2022 the ratio of wage-earning to retired religiousis projected to be 1:4. The average social Security benefit for a religious isapproximately $4,800-- roughly 1/3 the amount received by the average beneficiary in the United States.

 
2.   Pope Benedict XVI is pushing Latin and established a pontifical academy for Latin studies Nov. 10. Maybe he wants to help high schoolers with their verbal SATs.

 
3.   Sequestration, the huge budget cuts slated for January, could drastically hurt the poor. The central moral measure of any budget proposalis how it affects the least of these (Matthew 25:31-46). Needs of the hungry and homeless without work or in poverty should come first.

 
4. With the elections, Catholic presence on Capitol Hill has increased, according to a Pew analysis. Pew: “The number of Catholics in the 113th Congress has risen to 161 (as ofNov. 16), up from 156 in the previously elected body. If Protestants are not counted together but as separate denominations, then Catholics are the largest religious group in the 113th Congress. They represent more than 30% of the members in the 113th, compared with 29% in the previous Congress. About a fifth of the U.S. adult population (22%) is Catholic.”

 
5.  God loves you.

Los Cincuenta Años Del Concilio: El Sacerdote: creciendo siempre para sus fieles


Bienvenidos a una de las series de los blogs sobre el Concilio Vaticano II. Cada nota examina uno de los 16 documentos producidos por los Padres del Concilio durante esa ocasión extraordinaria en la historia de la Iglesia. El Vaticano II, que unificó a los obispos del mundo, se fundó hace cincuenta años, el 11 de Octubre de 1962, en la Basílica de San Pedro.
(Photo courtesy of Catholic News Service)


Por el Arzobispo Robert Carlson

           
El 7 de diciembre de 1965, el Concilio Vaticano Segundo promulgó la Presbyterorum Ordinis (sobre el Orden Sacerdotal), que es el “Decreto sobre el Ministerio y la Vida de los Presbíteros” en el que resaltaba las aptitudes del sacerdote de hoy.

El decreto subrayaba como “primera tarea de los sacerdotes” el llamado a predicar el Evangelio a todas las gentes. El Santo Concilio se volvió a concentrar en la centralidad de la Palabra de Dios para la Iglesia, y elevó la Liturgia de la Palabra a un lugar más prominente dentro de la Misa.  Desde entonces, los sacerdotes han estado trabajando en mejorar la calidad de sus sermones y así mover los corazones de sacerdotes y de fieles a la conversión y a una mayor fidelidad a Jesucristo.

El “Decreto sobre el Ministerio y la Vida de los Presbíteros” se dirige a los sacerdotes como “colaboradores y consejeros indispensables” de los obispos en el ministerio de la enseñanza, la santificación y la conducción del Pueblo de Dios.  Desde que se emitió este decreto, la Iglesia ha establecido el Consejo Presbiteral, que es un grupo de sacerdotes escogidos por el obispo para aconsejarlo en asuntos diocesanos.

El hecho más importante ocurrió con la Exhortación Apostólica Os Daré Pastores del Papa Juan Pablo II.  El Papa escribió que en la Iglesia el sacerdote es “un hombre de plena comunión”.  Esta frase capta el significado del sacerdocio: que es un hombre en comunión con Dios que está llamado a convertirse en mediador en esta relación, llevando a Dios a los fieles, y trayendo a los fieles a Dios.  Esto sucede de muchas maneras, y especialmente durante la Misa.  Al ser un hombre de comunión, el sacerdote es también llamado a convertirse en “hombre de misión y de diálogo”.  El sacerdocio no se refiere simplemente a la persona del sacerdote.  Se trata de una misión – la de llevar el mensaje de Jesucristo a un mundo hambriento de sentido y de propósito.  Se trata de diálogo – haciendo que los fieles dentro y fuera de la Iglesia, formen comunidad.  El sacerdote debe ser un hombre de testimonio y de paz.

El “Decreto sobre el Ministerio y la Vida de los Presbíteros” hacía un llamado a la Iglesia a emprender una “formación gradual” de los sacerdotes.  Desde entonces se ha dedicado un esfuerzo tremendo a la formación de los sacerdotes luego de su ordenación.   El Venerable Juan Pablo habló con elocuencia sobre esta necesidad de una formación continuada de los sacerdotes citando a san Pablo en su Segunda Carta a Timoteo:   “Por eso te invito a que reavives el don espiritual que Dios depositó en ti”.  En junio del 2000, los Obispos de los Estados Unidos promulgaron el Plan Básico para la Formación Permanente de los Sacerdotes con el fin de implementar el proyecto del Papa para una renovación de los sacerdotes de los Estados Unidos.

Esta “revitalización” debe ocurrir en diferentes áreas.  El sacerdote está llamado a crecer en formación humana, dice el decreto, “para desarrollar y agudizar su sensibilidad humana”, y así poder comprender las necesidades y los cuestionamientos no formulados por sus fieles.  El sacerdote necesita formación espiritual para profundizar su relación con el Padre, por medio del Hijo, y en el Espíritu Santo.  Necesita formación intelectual y ser un constante estudioso de las Escrituras, la teología, y de la cultura en donde reside.  Y también necesita una permanente formación pastoral que lo ayude a crecer en su caridad pastoral, desarrollando el interés del pastor por sus fieles. En  otras palabras, el sacerdote tiene que crecer en la virtud del amor.

Todos los sacerdotes son llamados a realizar esta formación cuando son jóvenes, en la madurez de la vida, o cuando es son mayores.  Finalmente, el “Decreto sobre el Ministerio y la Vida de los Presbíteros”  hace una vez más un llamado a los sacerdotes a imitar a Jesús, el Maestro: Deben servir y no ser servidos. Son llamados a mejorar su capacidad de escucha antes de hablar.  Esta humildad es la base de la espiritualidad del sacerdocio, y es un reto siempre presente ante cualquier actitud de superioridad ó de orgullo.  No puede haber clericalismo en una Iglesia que busca evangelizar y llevar a Cristo y su amor al mundo.


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El Arzobispo Carlson es Asesor del Comité para el Clero, la Vida Consagrada y las Vocaciones de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos.

 

The Council at 50: The Priest: Ever Growing for His People


Welcome to one of the series of blogs on the Second Vatican Council. Each piece reviews one of the 16 documents produced by the Council Fathers during the extraordinary occasion in Church history. Vatican II, which drew together the world’s bishops, opened fifty years ago in St. Peter’s Basilica, October 11, 1962.

(Courtesy of Catholic News Service)

The qualities of today’s priest stood out in Presbyterorum Ordinis (of the Order of Priests), the “Decree on the Ministry and Life of Priests” promulgated December 7, 1965 by the Second Vatican Council.

The decree highlighted the call to preach the Gospel to all people as the “first task of priests.” The Council refocused the Church on the centrality of the Word of God and raised the Liturgy of the Word to greater prominence within the Mass. Since then, priests have worked to improve the quality of preaching to move the hearts of both priest and the faithful to conversion and a more dedicated fidelity to Jesus Christ.

The “Decree on the Ministry and Life of Priests” speaks of priests as the “indispensable helpers and advisers” of the bishops in the ministry of teaching, sanctifying and shepherding the People of God. Since this decree, the Church has developed the Presbyteral Council, a group of priests chosen by the bishop to advise him in diocesan matters.

The most important development occurred with Pope John Paul II’s Apostolic Exhortation I Will Give You Shepherds. The pope wrote that within the Church, the priest is a “man of communion.” This phrase captures the heart of priesthood: a man in communion with God who is called to become a mediator of this relationship, bringing God to people and people to God. This happens in many ways, and especially at Mass. As a man of communion the priest also is called to become “a man of mission and dialogue.” Priesthood is never simply about the priest. It is about mission – carrying the message of Jesus Christ into a world hungry for meaning and purpose. It is about dialogue – bringing people within the Church and outside of it into community. The priest is to be a man of witness and a man of peace.

The “Decree on the Ministry and Life of Priests” called for the Church to engage in the “progressive formation” of priests. Since then, a great deal of vision and effort has gone into the formation of priests after their ordination. Blessed John Paul spoke with eloquence on this need for the ongoing formation of priests quoting St. Paul in his Second Letter to Timothy: “I remind you to rekindle the gift of God that is within you.”  The U.S. Bishops promulgated the Basic Plan for the Ongoing Formation of Priests in June 2000 to implement the pope’s vision for the renewal of priests here in the United States.

This “rekindling” must happen in several areas. The priest is called to grow in human formation, the decree said, “to develop and sharpen his human sensitivity” to understand the needs and unvoiced questions of his people. He needs spiritual formation, to deepen his relationship to the Father through the Son and in the Holy Spirit. He needs intellectual formation to be an ongoing student of Scripture, theology, and the culture in which he lives. And he needs on-going pastoral formation to help him grow in his pastoral charity, exercising a shepherd’s care for his people. In other words, he is to grow in the virtue of love.

Each priest is called to engage in this formation as a young, middle-age, or older priest.

Finally, “The Decree on the Ministry and Life of Priests” calls priests once again to imitate Jesus the Master: They are to serve and not be served. They are called to improve their ability to listen before they speak. This humility is central to the spirituality of the priesthood and is an ever-present challenge to any attitudes of superiority or pride. Clericalism has no place in a Church that seeks to evangelize – to bring Christ and his love to the world.

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Archbishop Robert Carlson of St. Louis chairs the U.S. bishops’ Committee on Clergy, Consecrated Life and Vocations.

 

Friday, November 16, 2012

Five things Catholics should know- November 16, 2012 edition



1. The Catholic Campaign for Human Development collection is this weekend. CCHD is the bishops’ domestic anti-poverty program. It funds programs in urban, rural, and suburban settings that lift people out of poverty.

2. In the recent election, there was a stronger vote for defense of marriage in Maine, Minnesota, Maryland and Washington State than for the GOP slate. Looks like defense of marriage is a bi-partisan issue.

3. Voters in Massachusetts voted down a physician-assisted suicide initiative. There’s a victory for life and something the Bay State can bay about.

4. Catholics are on the Internet but are missing out on Catholic sites, including http://www.facebook.com/usccb

5. God loves you.

Five things Catholics should know November 16, 2012


1.     The Catholic Campaign for Human Development collection is this weekend. CCHD is the bishops’ domestic anti-poverty program. It funds programs in urban, rural, and suburban settings that lift people out of poverty.

 

2.     In the recent election, there was a stronger vote for defense of marriage in Maine, Minnesota, Maryland and Washington State than for the GOP slate. Looks like defense of marriage is a bi-partisan issue.

 

3.     Voters in Massachusetts voted down a physician-assisted initiative. There’s a victory for life and something the Bay State can bay about.

 

4.     Catholics are on the Internet but are missing out on Catholic sites, including http://www.facebook.com/usccb

 

5.     God loves you.

Thursday, November 8, 2012

Los Cincuenta Años Del Concilio: Las Relaciones entre Judíos, Musulmanes, Hinduistas y Budistas: Como Estar Unidos


 
Bienvenidos a una de las series de los blogs sobre el Concilio Vaticano II. Cada nota examina uno de los 16 documentos producidos por los Padres del Concilio durante esa ocasión extraordinaria en la historia de la Iglesia. El Vaticano II, que unificó a los obispos del mundo, se fundó hace cincuenta años, el 11 de Octubre de 1962, en la Basílica de San Pedro.


(Photo courtest of Catholic News Service)
 

Entre los tópicos controversiales del Concilio Vaticano Segundo estuvo el de como la Iglesia debería acercarse a personas creyentes que no eran cristianas. Los Santos Padres del Concilio preguntaron lo que significaban las demás religiones, y que valor tenían estas para los católicos.  Este fue el tema de la “Declaración sobre la Relación de la Iglesia y otras Religiones no Cristianas”, conocida como Nostra Aetate (En Nuestra Era), y que se concluyó en 1965. 

Los Padres del Sacrosanto Concilio se enfocaron primero en la búsqueda común del ser humano por: el propósito de su existencia, el significado del sufrimiento y el camino hacia una felicidad verdadera.  Luego fueron mas específicos dirigiéndose con respeto hacia los hinduistas, cuyos seguidores “contemplan el divino misterio” y a la vez buscan la liberación del sufrimiento por medio de prácticas ascéticas o meditación profunda; y al budismo, cuyos devotos “reconocen la insuficiencia radical de este mundo cambiante” y buscan encontrar la  “iluminación suprema”.   Estas dos, así como otras religiones, apuntaron los Santos Padres, buscan aliviar el inquieto corazón humano por medio de enseñanzas, reglas de vida y ritos sagrados.  

La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero”, enseña el Concilio.  “Con respeto sincero considera esos modos de obrar y de vivir, sus preceptos y doctrinas que, por más que discrepen mucho de lo que la Iglesia profesa y enseña, no pocas veces dejan de reflejar un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres”.

El documento hizo un llamamiento a un diálogo intenso y a la colaboración con los seguidores de estas religiones. Ya en 1964 el Papa Pablo VI había establecido el Secretariado para los No Cristianos, conocido después de 1988 como el Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso.  Estos diálogos y contactos no pretenden llegar a obtener una unidad total, como es en el caso de otras religiones cristianas, sino más bien tratar de establecer relaciones de confianza y concertar esfuerzos para juntos proceder sobre problemas con los que todos nos enfrentamos.

Nostra Aetate también examina la posición de la Iglesia hacia el mundo islámico.  Se pronuncia sobre la estima de la Iglesia hacia los musulmanes, y enumera elementos positivos en sus vidas y enseñanzas.  Adoran a un Dios misericordioso y todopoderoso, y se esfuerzan por entregarse a El.  No creen que Jesús es Dios, pero lo veneran como un profeta.  Honran a María, la madre de Jesús, esperan el Día del Juicio Final y la resurrección de los muertos.  Poseen altos valores morales y rinden culto a Dios por medio de oración, limosnas y ayunos.  Aunque existe una larga historia de desavenencias entre cristianos y musulmanes, el documento “exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren y promuevan unidos” la justicia social, la paz y la libertad.

En los Estados Unidos existen tres diálogos católico-musulmanes que laboran en torno a las metas que fijó el Concilio.  Han emitido varios documentos sobre temas relacionados con las fuentes de la revelación y el matrimonio entre católicos y musulmanes.  Esta es una relación difícil debido a la situación geopolítica que existe hoy, pero los diálogos van progresando.

La Declaración dedica un mayor espacio a los judíos.  Indudablemente que la Iglesia tiene muchas más cosas en común con los judíos que con ninguna otra religión.  La Iglesia recibió la revelación del Antiguo Testamento de aquel pueblo con quien Dios se dignó establecer la Antigua Alianza, y los Apóstoles, así como la mayoría de los primeros discípulos, eran judíos.  Aunque la mayoría de los judíos no aceptaron el Evangelio, Dios aún los considera como “muy amados”, y El “no se arrepiente” de los dones que les ha dado.

 Nostra Aetate rechaza cualquier noción de que todos los judíos fueron responsables en el pasado, ni que ningún judío es responsable hoy de la muerte de Jesús.  Además, no se puede percibir a los judíos como rechazados o maldecidos por Dios, y por lo tanto cualquier tipo de antisemitismo es totalmente rechazado.  Esta aclaración ha conducido a un gran mejoramiento en las relaciones entre los dos grupos.  En su histórica visita a una sinagoga en Roma en el 1986, el Papa Juan Pablo II se refirió a ellos como nuestros “hermanos mayores” en la fe de Abraham.  En los Estados Unidos tenemos dos diálogos con la comunidad hebrea: uno con el Consejo Nacional de Sinagogas, y otro con la Unión Ortodoxa y el Concilio Rabínico de América.  Podrán surgir malentendidos, pero la relación con los judíos hoy se encuentra a muchos años luz de lo que era antes del Concilio Vaticano. 

 

 

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El Obispo Denis Madden es Director del Comité sobre Ecumenismo y Asuntos Interreligiosos de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos.