Por Mar Muñoz-Visoso
El primer domingo de Adviento, comienza del Año
Litúrgico y con él la preparación para el Nacimiento de Jesús. Adviento es un
tiempo de espera y esperanza.
La palabra adviento viene del latín y significa
"ya viene" o "está por llegar." Así el Adviento está
marcado por la anticipación del que espera y sabe que aquel a quien espera no
tardará. La liturgia de este tiempo nos propone la corona de Adviento con sus
cuatro velas significando las cuatro semanas de preparación para la Navidad. En
esos cuatro domingos las lecturas nos proponen como modelos de fe y esperanza a
personajes como Juan el Bautista, la Virgen María y su prima Isabel, y al mismo
pueblo de Israel. Y la Iglesia entera canta con gozo esperanzado "Oh ven,
oh ven, Emmanuel", Dios con nosotros.
En la cultura popular, los pueblos
latinoamericanos también han desarrollado con el tiempo prácticas y tradiciones
que reflejan preparación para la Navidad.
Algunos ejemplos son las Novenas y las Posadas.
Las novenas navideñas son oraciones se repiten por nueve noches antes de la
Navidad. Los colombianos, por ejemplo, celebran las “Novenas de Aguinaldo”.
Cada noche recuerdan algún acontecimiento de la historia de la salvación y cada
noche buscan recibir un aguinaldo, o regalo, como símbolo del Dios que no
repara en darnos a su Hijo.
Así mismo, los mexicanos celebran las Posadas,
en recuerdo de la peregrinación de la Sagrada Familia de Nazaret a Belén y su
dificultad en encontrar posada, a pesar del avanzado estado gestación de María.
Con cantos, los que acompañan a "los peregrinos" (generalmente
representados por imágenes de José y María embarazada montada en un burro) representan
el acto de llamar a la puerta de una casa y pedir posada: "En el nombre
del cielo, os pido posada..." Mientras tanto los de adentro se la niegan.
En la última estrofa, la casa que hospeda la posada esa noche finalmente abre
sus puertas significando la acogida de los peregrinos y sus acompañantes.
La
comunidad entonces reza el rosario, y después comparten la comida con alguna
bebida caliente como chocolate, atole o champurreado. Los niños—y a veces
también los mayores— reciben bolsas de aguinaldo con naranjas, cacahuates y
dulces. En Estados Unidos esta tradición mexicana se ha extendido a muchas
otras comunidades latinoamericanas, quizá por la identificación con la
experiencia migratoria de la Sagrada Familia.
En medio del Adviento también se celebran
fiestas marianas, importantes para toda la Iglesia pero que se celebran con
especial intensidad entre las comunidades hispanas. Son las fiestas de la
Inmaculada Concepción de María y la Virgen de Guadalupe.
La Inmaculada, o la Purísima, fiesta mariana
por excelencia, se celebra especialmente en Panamá Nicaragua, Paraguay, Estados
Unidos y también en España, países todos que la tienen como patrona nacional. Cada
8 de diciembre, el Papa también se suma a esta celebración. Ayudado por los
bomberos, el Santo Padre cuelga una corona de flores en brazos de la estatua de
la Inmaculada Concepción que preside la Plaza de España en la ciudad de Roma.
La celebración de la Virgen de Guadalupe, el 12
de diciembre, se ha extendido más allá de México a todos los rincones del
continente. Además de la misa propia de su fiesta, numerosas comunidades
hispanas en EE.UU. organizan novenas, rosarios y representación de las
apariciones de la Virgen al indio Juan Diego, por lo que su historia es bien
conocida por muchos.
La devoción a la Virgen de Guadalupe se ha extendido más
allá de los latinos a muchos otros católicos estadounidenses, en parte porque
el movimiento pro vida también la ha adoptado como patrona de los niños aún por
nacer.
Adviento nos ofrece numerosas razones para la
esperanza. Entre liturgias salpicadas de gozo y devociones populares, los
latinos cantamos con toda la Iglesia: "Ven, ven Señor, no tardes. Ven, ven,
que te esperamos."
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Mar Munoz-Visoso es directora ejecutiva del
Secretariado de Diversidad Cultural en la Iglesia, en la Conferencia de Obispos
Católicos de Estados Unidos.
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