Thursday, September 6, 2012

A los católicos les importa. Los católicos votan: La vida humana y la dignidad


Por Don Clemmer
Una cosa simpática ocurrió en camino hacia México.
John Allen reporta, que mientras el Papa Benedicto XVI hablaba a los medios de comunicación a bordo del avión papal al comienzo de su visita a México, tuvo unas palabras fuertes dirigidas hacia algunos católicos: 
"En su entorno personal, son católicos creyentes," dijo el Papa. "Pero en la vida pública siguen otros caminos que no corresponden con los grandes valores del Evangelio y que son necesarios para la base de una sociedad justa.  Es esencial educar a las personas para que puedan superar esta esquizofrenia.  Hay que educarlos no solo sobre la moral individual, sino también sobre la moral pública”.  
Allen señala que los católicos de Estados Unidos ya están probablemente acostumbrados a este tipo de retórica, mayormente dirigida a los políticos católicos que no apoyan las enseñanzas de la Iglesia sobre el aborto en su política pública.  Luego Allen anota que el Papa Benedicto estaba en realidad tocando el tema de la justicia social y la brecha que existe entre ricos y pobres, y de esa forma había tomado los principios del movimiento Pro-Vida y los había aplicado a un amplio espectro de temas. 
Los obispos de los Estados Unidos hacen esencialmente lo mismo en el documento Formando la Conciencia para ser Ciudadanos Fieles, cuando afirman que todo católico  tiene el deber de mostrar en el ámbito público la verdad sobre la dignidad de cada ser humano, y asimilando lo que la Iglesia enseña guiar sus acciones cívicas. 
En cuanto a cuales son esas enseñanzas, los obispos ofrecen una estructura moral, completa e interconectada, centrada en el derecho a la vida y en la dignidad de la persona humana.  Al igual que el Papa Benedicto, los obispos hacen una proyección más amplia cuando aplican este principio a los asuntos de la política diaria: 
La dignidad humana se opone a los ataques directos a la vida humana, sean estos dirigidos al nonato, o a un civil en una zona de combate. 
Se oponen a la discriminación injusta basada en el color de la piel, cuando se les niega a la personas trabajo, vivienda u otras oportunidades; o decidir que por edad o por enfermedad, se le deba quitar la vida a alguien deliberadamente. 
La dignidad humana manifiesta que las personas no se deben utilizar como medios para obtener un fin, sea para clonar o destruir embriones humanos en nombre de la ciencia; ir a la guerra sin causa justa, torturar a personas en nombre de la seguridad nacional; o terminar deliberadamente con una vida en nombre de la justicia o la compasión.  
Finalmente, creer en la dignidad humana significa que nadie puede permanecer imperturbable al sufrimiento humano generalizado,  sea este por genocidio en el extranjero o por pobreza en el país.  Todos estos temas están incluidos en el llamado de los obispos a los católicos a defender consistentemente la vida humana y la dignidad. 
Por supuesto que esto conlleva a complicaciones y malestares, especialmente cuando se choca de frente con las divisiones ideológicas tradicionales de la política de los Estados Unidos. 
Cuando en el 2008, el Arzobispo Charles Chaput, entonces arzobispo de Denver, se dirigió a un grupo allí reunido, dijo que parecía que "las personas que me atacan cuando hablo en contra del aborto son las mismas que me felicitan cuando hablo en defensa de los inmigrantes y vice versa”.  El arzobispo no estaba demonizando a los que apoyaban a los inmigrantes como personas pro-aborto, o sugiriendo que los pro-vida eran anti-inmigrantes, sino que ponía el ejemplo por la necesidad de una mayor consistencia en los temas sobre la vida humana y la dignidad.  
John Carr, director ejecutivo del departamento Justicia, Paz y Desarrollo Humano de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB por sus siglas en inglés), ha señalado que cualquier católico que trata de vivir las enseñanzas católicas consistentemente en el ámbito público está sujeto a muy pronto sentirse "políticamente indigente”.  La dificultad que tienen los católicos a enfrentarse con este dilema se refleja en las alianzas políticas fragmentadas y discrepantes que establecen, a veces expresando alguna preocupación de la Iglesia, pero neutralizando u opacando la moralidad de otras.  
Mientras que puede ser tentador tirarle la toalla a este desbarajuste, eso sería una forma demasiado simple de actuar y le daría la espalda al deber que todo católico tiene a involucrarse.  Aunque los católicos estén con frecuencia tan divididos como el resto del país, eso no quiere decir que no puedan constituirse en una fuerza que haga el bien. Así como los católicos son llamados a formar sus conciencias individuales, también pueden convertirse en la voz de la conciencia de todo un proceso político.  La clave es no hablar desde agendas partidistas o ideológicas, sino por convicción que en las palabras de los obispos, ven “a todos los seres humanos como hijos de Dios".

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