Por Bethany
Meola
El matrimonio es claramente un asunto importante para los católicos.
Muchos que no son católicos saben que la Iglesia Católica no reconoce el
divorcio y que es importante para los católicos estar casados por la Iglesia.
Ahondando en las enseñanzas de la Iglesia, las Sagradas Escrituras están
llenas de referencias al matrimonio, y la Iglesia lo presenta como una vocación
y como uno de los Sacramentos, un signo visible de la gracia de Dios.
Lo que es más sorprendente es que para los católicos el matrimonio es también
un asunto clave en la política pública, y por ello es uno de seis puntos
formulados por los obispos de los Estados Unidos al emitir el documento Formando
la Conciencia para ser Ciudadanos Fieles, que es su llamamiento a la
responsabilidad política. Esto significa
que el matrimonio no es algo que importa solamente a la doctrina de la Iglesia
y a la vida privada de las personas que contraen matrimonio, sino que es importante
para toda la sociedad.
Y es importante porque el matrimonio afecta al bien común. Es más, los dos conceptos, el matrimonio y el
bien común, se entrecruzan y son inseparables.
Como anotó el Concilio
Vaticano II, “El bien del individuo y de una comunidad, así como el de la sociedad
cristiana y humana, están íntimamente conectados con la condición saludable que
les da el matrimonio y la familia”. Es
más, como de la unión del esposo con la esposa, de forma única, se le da la
bienvenida al mundo a una nueva vida, la Iglesia describe
al matrimonio como “la condición” para la existencia de la sociedad.
Además de urgir la promulgación de políticas que fortalezcan a los matrimonios
y las familias, los obispos están profundamente preocupados por la
intensificación de “los esfuerzos para establecer una nueva definición del
matrimonio, como son las propuestas de eliminar la diferencia sexual en el
matrimonio. Esto no es un matrimonio
“que se expande”, sino que, como lo ven
los obispos, le da una nueva definición y lo destruye. La diferencia de sexos no es un componente
opcional del matrimonio, sino un elemento esencial, enraizado en la naturaleza de la persona
humana que los creó hombre
y mujer.
Tanto los obispos de los Estados Unidos como el Papa Benedicto XVI han
expresado que defender el matrimonio como la unión de un hombre y una mujer es,
como lo enseñó el Papa en su plática Ad Limina, “es un asunto de justicia, ya que tiene que ver
con salvaguardar el bien de toda la comunidad humana y los derechos de padres e
hijos por igual”. Defender el matrimonio
hace justicia al hijo ofreciéndole a él o ella la mejor posibilidad para
conocer y saberse amado por su madre y su padre juntos. En contraste, darle una nueva definición al
matrimonio afirma que las madres y los padres son intercambiables y le niega al
hijo el derecho a conocer un padre y una madre. También empaña la esencia del matrimonio, que
es la unión del esposo y la esposa basada en la diferencia sexual.
Bethany Meola es especialista del Subcomité para la
Promoción y Defensa del Matrimonio de la Conferencia de Obispos Católicos de
los Estados Unidos.
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