Por Don Clemmer
Es popular en algunos círculos hoy en día enmarcar a la Iglesia Católica como lo opuesto a lo razonable.
Un ejemplo: Cuando la Iglesia insiste que
a sus obras caritativas, hospitales y universidades se les permita continuar su
misión sin ser obligada por el gobierno a infringir sus propias enseñanzas, es
descrito como un ataque a los derechos de salud de la mujer, a pesar de que la
Iglesia apoya fuertemente el acceso a cuidados de salud para todos. Otro
ejemplo: En años recientes hemos visto el aumento de ateos más francos y
energéticos que con fervor evangélico y arrogancia declaran que solo sus
semejantes son librepensadores y que la gente que practica cualquier fe son
niños supersticiosos o intolerantes extremos. Su término favorito es: razón.
El Papa Benedicto XVI y otros han mantenido que no existe conflicto o competencia
entre la fe y la razón, y que ambos pueden trabajar juntos en armonía cuando la
gente incorpora el mundo a su alrededor. Un buen ejemplo de esto es la posición
de los obispos estadounidenses sobre el tema de una reforma migratoria, uno de los seis temas prioritarios
citados en su documento sobre responsabilidad política, Formando la Conciencia de los Ciudadanos Fieles.
Cuando los obispos se manifiestan sobre inmigración, no lo hacen con la retórica
estridente de las ideologías políticas partidistas. Ni siquiera es un
pronunciamiento teológico denso y encumbrado. Lo hacen como un consejo calmado
y educado de quienes comprenden el tema, les interesa y quieren verlo resuelto
para el beneficio de todos los involucrados. Es aunar los valores enraizados en
la fe con argumentos basados en la lógica y el sentido común. Es humanitario y
razonable en numerosos niveles.
Por ejemplo,
Cuando el país esta cargando con
políticas migratorias que han resultado en 12 millones de personas viviendo en
las sombras, es razonable decir, “Cada quien reconoce que el sistema no
funciona; sigamos adelante y reemplacemos este sistema obsoleto con uno que
funcione y beneficie a todos.” Esa es la razón del llamado de los obispos a una
reforma migratoria integral. En cambio, el enfoque en continuar
con el mismo método que ha sido utilizado durante los
últimos veinte años es un ejemplo de ejercer prácticas repetitivas esperando
resultados distintos. También es lógico reconocer que no se puede deportar a 12
millones de personas con altos costos, y los profundos trastornos económicos y
dificultades logísticas que ocasionaría.
Es razonable cuestionar prácticas como las redadas a sitios de trabajo, la separación de familias y las largas detenciones de personas como una respuesta mesurada a quienes no siendo criminales, su única ofensa –de emigrar a este país- fue motivada por la necesidad y la reunificación familiar. Es razonable reconocer que existe tensión entre dos valores importantes: En este caso el derecho de un país de asegurar y cuidar sus fronteras y el derecho de la gente de emigrar para buscar un futuro para ellos y sus familias—y darse cuenta que una acomodación creativa puede aliviar la tensión, ya sea que eso signifique aumentar el numero de visas que se dan anualmente para enfrentar la demanda o remover los obstáculos para acceso a naturalización de jóvenes que no tomaron la decisión de venir a este país.
Es razonable cuestionar prácticas como las redadas a sitios de trabajo, la separación de familias y las largas detenciones de personas como una respuesta mesurada a quienes no siendo criminales, su única ofensa –de emigrar a este país- fue motivada por la necesidad y la reunificación familiar. Es razonable reconocer que existe tensión entre dos valores importantes: En este caso el derecho de un país de asegurar y cuidar sus fronteras y el derecho de la gente de emigrar para buscar un futuro para ellos y sus familias—y darse cuenta que una acomodación creativa puede aliviar la tensión, ya sea que eso signifique aumentar el numero de visas que se dan anualmente para enfrentar la demanda o remover los obstáculos para acceso a naturalización de jóvenes que no tomaron la decisión de venir a este país.
Es razonable querer
entender y atender las profundas causas que provocan la inmigración ilegal.
Cuando la gente arriesga sus vidas y dejan a sus familias para venir a una
tierra lejana, la respuesta humana y lógica es encontrar las fuerzas que
obligan a hacer algo tan arriesgado y desesperado. La respuesta es
frecuentemente alguna combinación de pobreza, inestabilidad económica y persecución
política o económica, temas en los que Estados Unidos puede trabajar para
llevar alivio colaborando con sus países vecinos.
Este es un reto humanitario para Estados Unidos, pero también es una oportunidad y hasta un regalo. Es razonable mirar al contexto histórico, a la energía tremenda y la productividad infundida a la cultura Americana por cada subsecuente ola de inmigrantes (la mayoría de las cuales ocurrieron bajo muy distintas leyes de inmigración, dando paso al argumento popular “mis ancestros vinieron aquí legalmente.”
Este es un reto humanitario para Estados Unidos, pero también es una oportunidad y hasta un regalo. Es razonable mirar al contexto histórico, a la energía tremenda y la productividad infundida a la cultura Americana por cada subsecuente ola de inmigrantes (la mayoría de las cuales ocurrieron bajo muy distintas leyes de inmigración, dando paso al argumento popular “mis ancestros vinieron aquí legalmente.”
Así que es razonable
no sólo conocer la historia personal de cada quien pero conocerse a si mismo,
especialmente como Católicos políticamente involucrados. Como el Cardenal Timothy Dolan
recientemente hizo notar, “Somos una iglesia de inmigrantes, por lo que nos
importan los derechos de los inmigrantes.” Esto debería forzar a los Católicos
a considerar los retos de una reforma migratoria no como un castigo sino desde
el punto de vista compasivo, de fe y razón.
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