Por Don Clemmer
La libertad religiosa es, de entre todos los temas, el patito feo.
Por otro lado, la libertad religiosa tiene que ver directamente con la
Iglesia y su papel en la sociedad. Situar
esta cuestión junto a los valores fundacionales de la Iglesia nos indica lo
importante que es, al igual que la nueva declaración presentada, "La
Primera y Más Preciada de Nuestras Libertades." En esta
declaración los obispos celebran lo que vale vivir en un país fundado en el
respeto a los derechos de las personas a profesar cualquier creencia religiosa.
También tratan las emergentes amenazas a
la libertad religiosa en los Estados Unidos.
En los años recientes, algunas de estas cuestiones han suscitado la atención
de los medios de comunicación, como por ejemplo el mandato de Salud y Servicios
Humanos (Health and Human Services) que obliga
a hospitales, asociaciones de caridad y otros afiliados a organizaciones
religiosas, a ofrecer cobertura de anticonceptivos en los planes de salud de
sus empleados; o dejar sin poder ofrecer servicios de adopción a las Caridades
Católicas de Boston, San Francisco y de otros lugares, porque se niegan a
situar a niños en hogares con parejas que no están casadas, sean del mismo sexo
o de sexos opuestos.
Para otros, la dimensión de la libertad religiosa es más sutil, como por
ejemplo la ley de inmigración de Alabama que hace ilegal que un sacerdote
bautice, oiga la confesión, imponga los óleos a los enfermos, o predique la
palabra de Dios a un inmigrante indocumentado.
Mientras los obispos hacen las conexiones entre estos temas tan dispares,
algunas de las presuposiciones desagradables que resaltan en ellas salen a
relucir. Por ejemplo…
Está la asunción de que para poder participar en el ámbito público, es
necesario que un grupo o entidad, de alguna forma, acepte ciertos valores
culturales. Esto es evidente en los
casos de las Caridades Católicas: "Si quiere ofrecer servicios de
adopción, tiene que primero aceptar nuestra visión del matrimonio y la
familia”. Es evidente que en los Servicios
de Migración y Refugiados de los obispos relacionados con tráfico humano, se están
perdiendo contratos con el gobierno: “Si quiere hacer este trabajo tan beneficioso,
debe ofrecer y/o referir personas a abortos y anticonceptivos”. En el mandato de la HHS está especificado:
"Si quiere servir al bien común y tener planes de salud para
empleados tiene que…” etc.
Está la suposición de que de pronto el gobierno puede dictar lo que es
religioso y lo que no lo es. En el
mandato del HHS, las iglesias y lugares de culto están exentos de impuestos,
pero las organizaciones afiliadas con fines religiosos que hacen el bien, como
son los hospitales, las universidades, las caridades y otros servicios
sociales, no están exentos. Entonces, ¿ve
el gobierno a estas organizaciones como menos religiosas porque se dedican a
dar un servicio en vez de realizar un culto religioso? Los católicos sabemos que cumplir el mandato
del Evangelio de servir a aquellos que pasan necesidad es parte de ser católico,
como lo es también ir a misa.
Esto está relacionado con la idea de que la libertad de religión solo
significa “libertad de culto”. De nuevo,
los obispos ven esto como una definición
de la religión bastante deficiente. En su nueva declaración, escriben: "La
libertad religiosa no se refiere solamente a poder ir a misa el domingo, o rezar
el rosario en casa. Se trata de poder contribuir
al bien común de todos los norteamericanos. ¿Podemos llevar a cabo las buenas obras que
nos pide nuestra fe sin tener que hacer concesiones con esa misma fe?”
Una última y particularmente insolente y desagradable asunción es el
rechazo cultural a la importancia del trabajo de la Iglesia y de la religión en
general. "¿No quieren las Caridades
Católicas acceder a esta nueva ley del matrimonio? Muy bien. ¿Para qué las necesitamos? “¿No quiere
la Iglesia ofrecer abortos ni esterilizaciones en sus hospitales?" Está
bien. Ya nos pueden dar las llaves".
Se necesita tener un carácter especial para quedarse indiferente ante las
contribuciones de una institución que tan solo en el 2010 ofreció: 7,146,490
servicios de comida; 497,732 albergues; 405,848 servicios de consejería; 323,312
servicios de inmigración; 81,866 servicios por adicción; 93,542 servicios por
embarazos, y 38,829 servicios de adopción. (Fuente: Caridades Católicas USA (Catholic Charities USA).
Megan McArdle, en un artículo sobre el mandato de la HHS publicado en The
Atlantic, lo
desarrolló bellamente apuntando: "Parece que estas personas viven en un
universo diferente al que yo no tengo acceso, en donde hay una superabundancia de
organizaciones seculares que se desviven por ofrecer servicios de primera calidad
a enfermos, pobres y desposeídos”.
Los propios obispos también señalan en su declaración: "No contribuye
al bienestar común tratar las obras buenas de los creyentes religiosos como si
fueran una amenaza a la vida en común. Por
el contrario, estas obras son necesarias para funcionar debidamente”.
Es por eso que la libertad religiosa le debe importar al votante católico,
porque está directamente conectada a la capacidad que tiene la Iglesia de
defender y trabajar por el bien común en el ámbito público. Por lo tanto, para los ciudadanos
fieles, la libertad religiosa se encuentra en un lugar
preponderante.
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