Bienvenidos a una de las series de los blogs sobre el Concilio Vaticano II. Cada nota examina uno de los 16 documentos producidos por los Padres del Concilio durante esa ocasión extraordinaria en la historia de la Iglesia. El Vaticano II, que unificó a los obispos del mundo, se fundó hace cincuenta años, el 11 de Octubre de 1962, en la Basílica de San Pedro.
(Photo courtesy of Catholic News Service) |
“El Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene el derecho a la libertad religiosa”. Este es el primer párrafo del capítulo I de Dignitatis Humanae (La Dignidad Humana), que es la Declaración sobre la Libertad Religiosa, aprobada en el 1965 por los obispos en el Concilio Vaticano II.
John Carroll, el primer obispo de Norteamérica, primo de Charles Carroll, quien firmó la Declaración de Independencia, favorecía la libertad religiosa. Un siglo más tarde, el Cardenal James Gibbons de Baltimore, en un histórico sermón predicado en Roma, abogaba por la libertad religiosa. El sacerdote jesuita, John Courtney Murray, uno de los pocos teólogos católicos que han aparecido en la portada de la revista Time, escribió una serie de artículos antes del Concilio en los que exploraba el tema de la libertad religiosa de forma sistemática y profunda.
La Declaración sobre la Libertad Religiosa comenzaba con un trabajo del Cardenal Augustin Bea, S.J. y su Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. El padre Murray escribió 2 de los 12 borradores que componían el documento. Él había dedicado su vida a señalar la relación entre la filosofía y la teología católica y el concepto de libertad religiosa en Norteamérica. Su trabajo, así como el de algunos teólogos franceses, sustentaba la Declaración.
En la Declaración
los Santos Padres del Concilio
·
Sostenían
que el derecho a la libertad religiosa “está realmente fundado en
la dignidad misma de la persona humana, tal como se la conoce por la palabra
revelada de Dios y por la misma razón natural”. [2]· Declaraban que las personas, “…están impulsadas por su misma naturaleza, y están obligadas además moralmente a buscar la verdad, sobre todo la que se refiere a la religión”. [2]
· Sostenían que “la libertad debe reconocerse al hombre lo más ampliamente posible y no debe restringirse sino cuando es necesario y en la medida en que lo sea”. [7]
· Reconocían que “aunque en la vida del Pueblo de Dios, peregrinó a través de las vicisitudes de la historia humana, se ha dado a veces un comportamiento menos conforme con el espíritu evangélico, e incluso contrario a él, no obstante, siempre se mantuvo la doctrina de la Iglesia de que nadie sea forzado a abrazar la fe”. [12]
· Apuntaban que “la Iglesia reivindica para sí la libertad, en cuanto es una sociedad de hombres, que tienen derecho a vivir en la sociedad civil según las normas de la fe cristiana”. [13]
La Dignitatis Humanae fue aprobada abrumadoramente en la última sesión del Concilio. Esta aprobación se llevó a cabo gracias al respaldo de los obispos de la Europa Oriental Comunista, así como a los obispos de los Estados Unidos.
El documento es de singular importancia y ha seguido causando impacto. ¿Quién no recuerda los vigorosos reclamos de libertad religiosa del Papa Juan Pablo II durante sus viajes al enfrentarse a dictadores? La libertad religiosa se ha convertido en el fundamento de la ética y la acción social católica por todo el mundo.
La Declaración ha mantenido su peregrinaje católico hacia una total comunión con nuestras hermanas y hermanos protestantes, ortodoxos y anglicanos. Como ya sabían el Cardenal Bea y otros Santos Padres del Concilio, de nada serviría ningún esfuerzo de diálogo ecuménico sin el apoyo católico a la libertad religiosa.
Dignitatis Humanae ha permitido a los intelectuales católicos continuar investigando las razones de implicaciones y limitaciones de la libertad religiosa. Después de cuatro décadas desde su muerte, el trabajo de John Courtney Murray aún está siendo discutido.
La Declaración afianza los esfuerzos que actualmente realizan los obispos católicos de los Estados Unidos ante los retos procedentes de varios frentes que intentan limitar o redefinir la libertad religiosa en los Estados Unidos, y exigen una definición firme de lo que es la libertad religiosa. Es muy interesante ver que la Iglesia católica sea ahora ¡la principal promotora de libertad religiosa del planeta!
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El Arzobispo William E. Lori de Baltimore es Director del
Comité Ad Hoc sobre Libertad Religiosa de la Conferencia de Obispos Católicos
de los Estados Unidos.
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