Bienvenidos a una de las series de los blogs sobre el Concilio Vaticano II. Cada nota examina uno de los 16 documentos producidos por los Padres del Concilio durante esa ocasión extraordinaria en la historia de la Iglesia. El Vaticano II, que unificó a los obispos del mundo, se fundó hace cincuenta años, el 11 de Octubre de 1962, en la Basílica de San Pedro.
(Photo courtesy of Catholic News Service) |
Al reunirse en Roma los obispos de todo el mundo para la XIII Asamblea General Ordinaria de los Obispos, pueden estos agradecer a los Santos Padres del Concilio Vaticano Segundo el haber hecho esto posible. El Sínodo de los Obispos, establecido por el Papa Pablo VI antes de que concluyera el Concilio, puso en práctica el deseo de los obispos de una estructura permanente que el Papa pudiera utilizar cuando lo necesitara, para discutir tópicos importantes de la Iglesia. De esta forma, el Papa podría recurrir a la experiencia y sagacidad de los obispos quienes desempeñan su ministerio en diferentes circunstancias y condiciones, y así tomar decisiones que respondieran a las necesidades de la Iglesia en los muchos países en los que ésta está presente.
La
importancia de realizar este asesoramiento sobre el gobierno de la Iglesia es
un tema que se repite en todo el documento Christus
Dominus (Cristo, el Señor), que es el “Decreto sobre el Ministerio Pastoral
de los Obispos en la Iglesia”. Fue la esperanza del Concilio que las
oportunidades para asesoramiento continuaran creciendo a todos los niveles dentro
de la estructura de la Iglesia. Si su
diócesis ha celebrado un sínodo diocesano durante las dos últimas décadas,
usted ha experimentado esta esperanza en acción, y lo más probable es que esté
mucho más familiarizado con los concejos que existen a niveles diocesano y
parroquial, y que ofrecen oportunidades regulares para que los laicos, tanto hombres
como mujeres, los religiosos, sacerdotes y diáconos ofrezcan sus talentos y
experiencias a su obispo o a su párroco, y así lo ayuden a tomar decisiones para
el bien común.
Este mismo blog, un servicio
ofrecido por la Conferencia Episcopal, es otra forma de asesoramiento explícitamente
expuesta en el Decreto. Los obispos de
la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos se reúnen dos veces
al año para discutir las necesidades pastorales de la nación, y para ofrecerse
ayuda mutua en el ejercicio de sus ministerios como maestros, santificadores y pastores fidedignos
en sus respectivas diócesis. Su colaboración
y preocupación se convierten en iniciativas útiles que se realizan a nivel
nacional y que ayudan a fortalecer la presencia de la fe católica en los
Estados Unidos. El Decreto animó a los
obispos a utilizar los medios de comunicación para fomentar las enseñanzas de
la Iglesia. No hay duda que en 1965 los Santos
Padres del Concilio tenían en mente utilizar la prensa escrita – y quizás también
la radio y la televisión - animados siempre
a adaptarse a las necesidades que varían de acuerdo a las necesidades de los
tiempos, y a utilizar todos los medios que estuvieran al alcance de la Iglesia. Esto sigue siendo relevante hoy.
El ministerio diocesano de
un obispo es mucho más efectivo cuando se lleva a cabo en colaboración con el
obispo(s) auxiliar, los sacerdotes, diáconos, y con la asistencia de laicos y
religiosos. El obispo depende de este apoyo para continuar la misión de la
Iglesia, para que se mantenga activa y presente por toda la diócesis. Esta
colaboración y cooperación tan necesaria se enriquece con los muchos talentos
especiales que el Espíritu Santo ha dado
a los fieles por el bautismo y la confirmación.
Esto nos lleva de nuevo al
Sínodo de los Obispos que se reúne en Roma bajo el lema de la Nueva
Evangelización. Por medio del “Decreto
sobre el Ministerio Pastoral de los Obispos en la Iglesia” los obispos han podido tratar, todos juntos, su preocupación por aquellos
católicos que se han alejado de la práctica regular de su fe, o de sus
creencias en las enseñanzas fundamentales de la Iglesia. Esta reunión facilita
a los obispos a hacer todo lo que esté en su poder para asegurarse de que las
actividades de evangelización necesarias sean apoyadas y promovidas por todos
los miembros de la Iglesia. Por lo tanto, esperamos con ansiedad las muchas
ideas y recomendaciones que todos los obispos del mundo reunidos propongan al Papa
como oportunidades provechosas para la Iglesia de nuestro tiempo.
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El Obispo Howard
J. Hubbard dirige la Diócesis de Albany, en Nueva York, y es obispo desde hace
35 años.
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