Tuesday, August 13, 2013

¿Que puedo hacer? Tres pasos para reducir disparidades salariales.






Por Padre James Martin, SJ

Antes de unirme a los Jesuitas en 1988, trabajé por seis años en el departamento de finanzas de General Electric. Antes de eso, estudié finanzas en la Facultad de Negocios de la Universidad Wharton, lo que significa que tomé cursos en contabilidad, gerencia, valores, y bienes y raíces.

Porque menciono esto? No por presumir, sino para establecer confianza al hablar de economía, negocios y este Día del Trabajo.

La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, basados en la enseñanza social católica, que se fundamenta en el Evangelio, nos llama a trabajar por un mundo más justo, particularmente cuando hablamos de la desigualdad de ingresos.

Pero la persona promedio, que no es economista, ni jefe del Banco Mundial, ni presidente de los Estados Unidos, podría preguntarse: ¿Cómo puedo ayudar?

Aquí ofrezco cinco maneras de hacerlo:

1. Informándose . Sabías que la desigualdad salarial en los Estados Unidos se empeora en vez de mejorar? A pesar de los aumentos mundiales en la tecnología y productividad, la brecha se ha agrandado en los últimos 40 años. Estas cifras te pueden sorprender. Hace tres décadas, los CEOs en los Estados Unidos ganaban 42 veces más que el trabajador estadounidense promedio. Hoy ellos ganan 354 veces más. Los ricos se enriquecen más, y los pobres se empobrecen más. Mantenerse informado con datos como estos puede ayudar a crear conciencia, concientizarlo sobre desigualdades en su lugar de empleo, y asistirle a la hora de votar.

2. Pagar un salario justo. Suena bastante obvio. Y la mayoría de nosotros podría decir “Págueme un salario justo!” Pero si usted está en una posición de tomar decisiones en una compañía, usted podría hacerse la misma pregunta. ¿Está usted pagando a sus empleados lo que a usted le gustaría ganar por ese trabajo?

3. Honrar la dignidad humana. Que tiene que ver esto con la desigualdad salarial? Mucho. Usted vio esa figura de las ganancias de un CEO que son 354 veces más altas que lo que gana el trabajador estadounidense promedio. De mi experiencia en el mundo corporativo, puedo decir que esta disparidad a veces hace sentir a quienes están en la cima que son 354 veces mejores, o 354 veces más vulnerables, o 354 veces más importantes, que el trabajador promedio. Desde ahí, se hace fácil tratar mal al trabajador promedio. La gran mayoría de gente en el mundo corporativo (y en general) son buenos, decentes, y con valores morales. En mis pocos años en el mundo corporativo vi incontables ejemplos de gente que eran tratados incorrectamente, con menos dignidad de la que merecen como hijos de Dios. La persona puede trabajar para usted, pero pertenece a Dios.

Finalmente, ore. Ore para comprender los aprietos del pobre, del desempleado, del subempleado y del que trabaja demasiado. Ore por la reducción de las disparidades salariales y por un mundo justo.

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James Martin, SJ (Wharton ’82) es un sacerdote Jesuita. Editor general de la revista America y autor de In Good Company: The Fast Track from the Corporate World to Poverty, Chastity and Obedience.

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