Wednesday, August 14, 2013

Si McDonald’s no puede resolver cómo se vive con el Salario Mínimo, quien puede?


Por Molly Fleming-Pierre

Hace pocas semanas, McDonald’s hizo noticia al promover un diario de presupuesto para sus empleados que viven con el salario mínimo. Lo presentó como una herramienta para ayudar a sus trabajadores a navegar con ingresos limitados. El presupuesto de ejemplo mostraba que es casi imposible sobrevivir ganando 7.25 dólares por hora. El ejemplo asumía que los trabajadores tenían dos empleos, pagaban 20 dólares por seguro de salud, 0 dólares por calefacción y no tenía un presupuesto para comida o ropa.

Si una de las corporaciones de comida rápida más grandes del mundo no puede resolver como se vive con el salario mínimo, como pueden hacerlo muchas familias?

Cada día, millones de trabajadores de bajos ingresos tienen dificultad viviendo de pago en pago, forzados a elegir entre pagar los cobros, ir al doctor cuando están enfermos, o alimentar a sus familias. Es fácil pasarlos por desapercibidos aunque frecuentemente están a plena vista sin ser vistos. Ellos sirven nuestras hamburguesas, cuidan a nuestros padres ancianos y limpian nuestras habitaciones en los hoteles.

Son padres como Terrance, quien apenas logra ver a sus tres hijas pues tiene dos trabajos de bajos ingresos. Cuando con sus escasos ingresos ya no pudo cubrir el alquiler de su vivienda, Terrance y su familia recientemente quedaron en la calle.

Son madres como Carman, quien sabe que cada mes, se acabará la comida antes de que tenga más dinero para comprar más, y deberá ver a sus hijos hambrientos. En esta rica nación, Terrance y Carman son dos entre millones de personas que trabajan duro cada día, pero que son pobres. La mitad de los trabajos en este país pagan menos de $27,000 al año. La mayoría de trabajadores con bajos ingresos deben tener dos, y hasta tres trabajos para tener una oportunidad de proveer techo y ropa para sus familias.

Un sistema económico en el que una persona puede trabajar y aun así no ajustar para sus gastos es injusto.

La enseñanza católica no se equivoca en este tema – el trabajo es fundamental para la dignidad de cada persona. En su documento “Justicia Económica para Todos”, los obispos estadounidenses son claros, “Juzgamos cualquier sistema económico por lo que hace por y para el individuo y por como permite a todos participar en él. La economía debería servir a las personas, y no a la inversa”.

Mientras el trabajo conlleva una dignidad esencial, los salarios deben reflejar el valor de esa dignidad. Una persona que gana el salario mínimo federal de 7.25 dólares por hora a tiempo completo, gana apenas 15,080 dólares anualmente antes de impuestos. Eso pone a una familia de cuatro personas por debajo del nivel mínimo de pobreza de 23,550 dólares. El impacto de estos “salarios de hambre” es devastador.

Uno de cada cinco niños en este país es pobre. Eso significa que hay 16 millones de niños viviendo en situaciones de pobreza que la mayoría de nosotros no podemos imaginar. Si la medida moral de nuestra nación está marcada por como tratamos a los más pequeños, desigualdades crecientes que los dejan por fuera son prueba de que nuestras prioridades están fuera de línea.

Hace pocos días, compartí con un grupo de católicos y gente de otras religiones en Kansas City para apoyar a trabajadores de negocios de comida rápida que tomaron acción por un salario justo. Eso significa, el salario mínimo por hora que se necesita para cubrir las necesidades básicas con un trabajo a tiempo completo.

Cientos de trabajadores de bajos ingresos, muchos de ellos cargando a sus hijos en sus espaldas, permanecieron en la lluvia y en el calor para ser testigos de la causa de su propia dignidad. Nacionalmente, fueron apoyados por miles que tomaron acción en siete ciudades, e hicieron un llamado a trabajar dignamente.

En cierto momento durante la parte más calurosa del día, me agaché para hablar con un niño que se encontraba parado entre la muchedumbre. Le pregunté qué hacía en un día tan agradable parado bajo el sol con su familia. Con sus ojos grandes y mirada solemne, me miró fijamente y lenta y cuidadosamente me dijo, “Mi mamá vale más”.

Ciertamente ella lo vale.


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Molly Fleming-Pierre es Directora de Estrategias Políticas de COMMUNITIES CREATING OPPORTUNITY, Kansas City, Missouri

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