Thursday, January 10, 2013

El rostro de la pobreza



Por Monseñor Richard E. Pates


La pobreza tiene un rostro; es el rostro de Cristo en los pobres. Como Jesús nos enseñó: “Lo que hicieras por el más pobre de mis hermanos, lo haces por Mi”. El Evangelio nos recuerda que el hambriento, el sediento, el desconocido, el desnudo, el enfermo y los que están en prisión son Cristo.

Cristo está presente en el niño hambriento en Malaui, raquítico y enfermo por la falta de nutrición adecuada. Cristo está en infantes a punto de morir de enfermedades que se pueden prevenir y que se transmiten debido a la falta de agua potable en Zambia. Cristo está visible en refugiados y extranjeros que huyen de condiciones de hambruna, guerra o persecuciones como ocurre hoy en Siria. Nos encontramos a Jesús en el niño sin ropa cuyo cuerpo ha sido envenenado con substancias tóxicas debido a aguas contaminadas cerca de una mina con operaciones no reguladas en Perú. Cristo mira desde los ojos sin vida de una madre que muere de SIDA en Sudáfrica, demasiado enferma para cuidar a sus hijos que pronto serán huérfanos. Nos encontramos a Cristo en el padre separado de sus hijos por un delito de drogas no violento en una prisión del país, la nación con el promedio más alto de personas encarceladas en el mundo.

Hace pocos meses, vi la cara de Cristo en un lugar donde no tiende a verse la pobreza: un popular seminario en Nigeria. Estuve ahí para presidir la ordenación de 10 sacerdotes Espiritanos  y 15 más en diaconado transicional. Los sacerdotes Espiritanos de Nigeria han servido fielmente a la diócesis de Des Moines por muchos años. El seminario de la escuela secundaria tiene 600 estudiantes, aproximadamente 10 por ciento de los cuales se convertirán en sacerdotes. El seminario les provee una amplia y buena educación, pero lo que me sorprendió es que mientras el seminario era rico en fe, era pobre en recursos. Los salones de clases eran un poco más que un sitio con techo. Había pocos libros y ningún aparato tecnológico. Las viviendas estaban en condiciones muy pobres. Para mí, este seminario se convirtió en un símbolo de riqueza espiritual y pobreza física de la Iglesia en África. Aunque los seminaristas se encontraban en condiciones mucho mejores que muchos nigerianos pobres, la pobreza continuaba siendo evidente.

Claro que reconocer a Cristo en el pobre no es suficiente. Debemos luego ayudar a Cristo en sus necesidades a través de Su gente. Nuestra diócesis de Des Moines ha comenzado a hacer eso de manera sencilla. Las escuelas de nuestra diócesis están ayudando al seminario con donaciones de dinero para ayudar a resolver las necesidades más urgentes del seminario. Ahí hay una conexión de persona a persona y un esfuerzo por apoyar y mejorar los recursos a disposición del seminario.

De la misma manera, la amplia Iglesia en nuestra diócesis y a través de los Estados Unidos ayuda a la Iglesia y a la gente de países pobres. La colecta de la Iglesia en América Latina y la iniciativa para la Iglesia en África de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos, proveen fondos para actividades pastorales. Catholic Relief Services, la agencia de asistencia y desarrollo internacional de los obispos, provee asistencia humanitaria y de desarrollo, frecuentemente en colaboración con la iglesia local, en unos 100 países. Nosotros podemos poner de nuestra parte apoyando estas obras.

También podemos alzar nuestras voces en la vida pública a favor de los pobres del mundo. Motivados por la identificación de Cristo con los pobres, podemos exhortar a los servidores públicos a preservar y fortalecer la asistencia internacional a programas que enfocan en la pobreza. Esta asistencia equivale a menos del uno por ciento del presupuesto federal, pero literalmente salva vidas y crea sustento para los más pobres del mundo que también son de Cristo. Ellos son nuestros hermanos y hermanas en la familia humana.

Más información sobre la pobreza puede encontrarse en el sitio web: Catholics Confront Global Poverty.

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Mons. Richard E. Pates de Des Moines  preside el Comité sobre Paz y Justicia Internacional  de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos.







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