Unos
meses atrás trabaje con un comité sobre la situación económica de los Estados
Unidos. Yo sabía que nuestro país estaba saliendo de una recesión económica.
Los promedios de desempleo estaban entre el ocho y nueve por ciento, tal vez aún
más altos. Estos promedios eran altos para el país. Examinando información
sobre el tema, observé como la pobreza especialmente afectaba a niños en este
país. Me sorprendió lo que aprendí.
También
sentí vergüenza porque a pesar de ser un participante activo en organizaciones
preocupadas por el bienestar de la gente, nunca me di cuenta de la seriedad de
la situación de la pobreza. Sospecho que muchos otros estadounidenses están en
la misma situación—desconociendo la condición que afecta a muchos de
nuestros niños pequeños. Esta es una vergüenza nacional, y pareciera que no nos
importa.
El Buró
del Censo de los Estados Unidos reporta información sobre los promedios de la
pobreza en relación a niños y la situación de sus familias. Proveen información
sobre individuos menores de 18 años que viven en un hogar por nacimiento,
matrimonio o adopción pero que ellos mismos no son cabeza de familia. El
promedio de pobreza en este grupo de individuos es de 21.4 por ciento, es decir
15.4 millones de niños y jóvenes. Las cifras son aún más preocupantes cuando
uno considera que el 24.5 por ciento de
niños menores de seis años viven bajo el nivel de pobreza. Eso equivale
a 5.8 millones de niños. Simplemente dicho, uno de cada cuatro niños menores de
seis años han nacido y crecido en la pobreza.
El tipo
de vivienda en que un niño crece también es un factor. Alrededor del 47 por
ciento de quienes vivieron en hogares donde solo la madre trabajaba, vivían en
pobreza en comparación con solamente el 10 por ciento de niños en hogares de
parejas casadas. Además, más de la mitad de niños menores de seis años que
viven en familias con una mujer como cabeza de familia, viven en pobreza. Estos
datos exceden más de cuatro veces y medio el porcentaje de niños de la misma
edad que viven en pobreza en hogares con parejas casadas.
La
historia es aún peor cuando se considera la raza. Niños africanos americanos
representan el grupo racial más grandes afectado por la pobreza. Este promedio
es del 38.2 por ciento, es dos veces más alto que el promedio de niños
anglosajones.
Qué
hacer?
El primer
paso es comunicar esta situación bochornosa a todos los estadounidenses. Los estadunidenses
son reconocidos mundialmente como personas solidarias que contribuyen a obras
caritativas que benefician a los enfermos y a los pobres. Sin embargo como los
datos lo demuestran, estos no parecen responder a la alarmante información
sobre los números de niños que sufren en sus hogares debido a la pobreza.
El primer
reto: despertarlos con esta información. Esto no será difícil en los Estados
Unidos, que se jacta de tener el sistema de comunicación más grande y moderno.
Las iglesias, sinagogas y otros centros de oración podrían acoger este reto.
Que gran impacto tendríamos si todos los creyentes se unieran y hablaran juntos
para erradicar la pobreza entre los niños de este país.
Después
de sonar la alarma trabajando con partidos políticos, los creyentes podrían
abogar por programas que contribuyan a erradicar la pobreza entre los menores
de 18 años de edad. Dadas las condiciones exitosas de cultivo en este país, un
programa específico podría asegurarse que todos los niños comiencen la escuela
cada mañana con un desayuno nutritivo. Otros programas podrían diseñarse para
los periodos cuando los niños no están en la escuela. El llamado tendría un
enfoque sencillo: Garantizar que todos los niños en los Estados Unidos tengan
una dieta nutritiva.
Desde los
derechos civiles en los años 50s y 60s, los Estados Unidos ha necesitado una
causa en la que todos — sin importar su identificación religiosa o raza— puedan
unirse con entusiasmo. Cual podría ser una causa más justa y moral que
erradicar la pobreza que azota a niños en este país. Esta podría convertirse en
uno de los momentos más lindos y de más orgullo en la historia de nuestro país
y en una experiencia enriquecedora para todos los que participen.
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Dr. Thomas Melady es
ex-embajador de los Estados Unidos en Burundi, Uganda y en el Vaticano. También es presidente emérito de la
Universidad Sacred Heart.
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